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Puede que termine el fin de semana y sientas que has derrochado el dinero, o que incluso no sepas muy bien en qué lo has gastado. Esto puede traer también una sensación de frustración constante y que te preguntes: “¿cómo es posible que no pueda ahorrar?”. Si consideras que en realidad no estás malgastando el dinero, pero al mismo tiempo no consigues alcanzar tus objetivos, este post es para ti.
¿Por qué no puedo ahorrar si no siento que estoy derrochando mi dinero?
Tu cerebro te está jugando una mala pasada, es la respuesta a esta pregunta tan frecuente entre quienes iniciar un hábito de ahorro pero a la vez caen en las trampas psicológicas que su propio cerebro les pone, o bien por el autoengaño, por creer que nos merecemos esa compra que estamos a punto de hacer, o bien por la impulsividad, la irracional necesidad que surge en un momento dado.
Y no, no tienes la culpa, pero ojo, puedes cambiarlo. Aunque la mayoría no somos conscientes de que existe un gasto impulsivo y que es innecesario, no siempre se puede escapar de las trampas psicológicas, a veces se convierte en una tarea difícil y desafiante.
No todo está en tu cabeza, también hay muchos estímulos diarios, con las rebajas, los dos por uno, o incluso por otras causas como la inflación, la subida del coste de la vida, puede ser complicado ahorrar. Siempre puedes recurrir a un seguro de ahorro para generar un capital y obtener una renta que cuide de ti y de los tuyos.
Muchas veces entran en juego una serie de sesgos cognitivos que influyen sobre cómo piensa y actúa el ser humano, en la vida en general, y en concreto, en lo relacionado con el dinero. Te contamos las trampas psicológicas en las que caes sin darte cuenta y que te impiden ahorrar.
Las 10 trampas psicológicas que te impiden ahorrar
1. Compra emocional
La principal de las trampas psicológicas, aunque no por ello la más importante, es la compra emocional, es una de las circunstancias más comunes que nos llevan a adquirir un producto. En este caso, el consumidor no ha pensado si realmente necesita aquello que está a punto de obtener, porque se está guiando por las sensaciones más inmediatas, como son la felicidad, la alegría, el amor, la confianza o la frustración.
2. Sesgo del presente
El sesgo del presente, es uno de los más habituales en los que puedes caer y consiste en pensar que tienes que disfrutar del presente, aprovechar al máximo, por lo que pueda pasar, y eso te lleva a posponer cualquier cosa, como tu objetivo de ahorro por ejemplo. Las consecuencias del sesgo del presente pueden ser graves, porque puede hacer un gran agujero en tu bolsillo sin que seas realmente consciente de ello. Puede hacerte subestimar el efecto de tu decisión, y está claro que hay que disfrutar del presente, pero también debes reflexionar si esa compra o esa inversión, te seguirá haciendo disfrutar mañana, si te sentirás mal por haber tomado esa decisión o si por el contrario crees que merece la pena.
3. Gratificación instantánea
Este factor psicológico se refiere a la tendencia de obtener un producto para sentir una satisfacción inmediata. Es difícil de evitar cuando las emociones son las toman el control y no se es capaz de tener un dominio sobre ellas. Hoy en día, nuestro cerebro está acostumbrado a las recompensas a corto plazo y sentimos esa necesidad momentánea de querer algo. Pasa muy a menudo, cuando nos encaprichamos de un producto, queremos comprarlo de inmediato sin tener en cuenta su precio
4. Aversión a la pérdida.
Ves un producto que en realidad no te habías parado a pensar si lo necesitabas pero que lo ves rebajado o el único que queda, y consideras que esa es una oportunidad única. O tal vez piensas, si está a punto de agotarse es porque realmente merece la pena. Y lo compras. Es una de las pequeñas tramas que tu cerebro pone y que sin quererlo te llevan a gastar más, a retrasar tu objetivo de ahorro, y el bucle se hace cada vez más grande. Es la tendencia de las personas a fijarse más en lo que cree que puede perder, que en lo que gana.
5. El efecto encuadre
En este caso la trampa está en la forma en la que se muestra o se percibe esa tentación, y cómo afecta a las decisiones que se toman. Pagarás lo mismo por un producto con un descuento del 50% que si está en una promoción de 2×1 pero en tu cabeza suena mejor. Lo que se recomienda en estos casos es intentar llevar una lista de lo que necesitas, no solo aprovechar las promociones, porque a veces, pueden salir más caras.
6. El sesgo de la contabilidad mental
Tu cabeza también puede llevarte a hacer algunos razonamientos que se salen de la lógica de las matemáticas, como creer que aquello que has conseguido como un regalo o como resultado de una devolución, incluso que has ganado en la lotería, y te viene dado, no tiene el mismo valor. Al no contar con ese ingreso como algo que te ha costado conseguir, pareciera que al gastarlo te quedas como estabas y que por ello, no te cuesta nada hacer ese desembolso. Detrás de todo eso, está el sesgo de la contabilidad, que provoca que otorgues al dinero un valor distinto en función de donde venga.
7. Los sesgos de confirmación
Algunas personas prestan más atención a aquello que confirman sus propias creencias y opiniones. En el mundo de las finanzas personales y la económica también ocurre; nos empuja a no prestar atención a otro tipo de argumentos o información y nos lleva a tomar decisiones que impiden analizar adecuadamente todas las consecuencias.
8. La trampa del optimismo injustificado
El sesgo del optimismo te va a llevar a desoír a tu pensamiento más racional, incluso a aquellas dificultades que se te presenten o a los argumentos en contra de esta inversión. Es una de las trampas más peligrosas que te puede poner la cabeza, ya que puede influir en decisiones muy importantes como pensar que realmente tienes el control aunque no sea así. Es una falsa ilusión de control, que desarrolla nuestro cerebro para aferrarse a esa motivación y optimismo injustificado.
9. El error de la comparación social.
Lo que te impide ahorrar también tiene que ver con la comparación social. Si la mayoría de tus compras las haces para estar “a la altura” o no ser menos que los demás, no están basadas en la necesidad, ni en tu propia personalidad. Sino más bien es el clásico error de las finanzas emocionales o de conducta y que te llevan a desarrollar un comportamiento predeterminado con tu economía doméstica o del día a día.
10. El efecto halo
Esta es una de las trampas que pueden llevarte a simplificar o generalizar ciertas características a partir de una primerísima impresión, pero sin contar con toda la información. Por tanto, sientes que por la marca o el nombre que lleva detrás, incluso por las referencias que te han dado sobre el producto, es más fiable o de mayor calidad.
En conclusión
Ahora que conoces todas estas trampas en las que caemos sin darnos cuenta, que se trata de sesgos que te hacen gastar más, hay otros trucos que pueden ayudarte. Muchos expertos del mundo de la psicología han trabajado en ello y han difundido la necesidad de implementar pequeños hackeos psicológicos que alteran la forma que tiene tu cabeza de ver tus finanzas personales y tu ahorro. En el lado opuesto a los sesgos están las estrategias que trabajan en metodologías, como el journaling en las finanzas o la reflexión consciente a la hora de organizar tu economía o tus ahorros.