Llega el mes de junio, acaban los colegios y muchos abuelos se convierten en protagonistas. La dificultad de muchos padres para conciliar su vida laboral con las vacaciones escolares, junto con una economía que limita la posibilidad de contar con canguro o pagar unos campamentos, lleva muchas veces a que los abuelos se vean obligados a responsabilizarse de sus nietos. Algunos lo acogen de buen grado y lo disfrutan, mientras que para otros se convierte en un factor estresante.
El cuidado de los nietos puede generar estrés en los abuelos
Gran parte del estrés viene por la edad y las limitaciones de los mayores. Ya no se tiene la energía que se tenía hace veinte años para andar detrás de los pequeños, que requieren mucha atención y estar encima de ellos para que no sufran una caída, se hagan daño, metan los dedos en los enchufes, etc. Otro factor de estrés son las exigencias de los padres, que, además de cuidadores, exigen a los abuelos cumplir con las normas que ellos tienen en casa: “Que no coma chuches, que no vea mucho rato la tele, no dejes que se pelee con su hermano, dale la medicación, que coma lo que haya aunque proteste, y no le consientas, que luego lo conviertes en un malcriado”. Los abuelos necesitan descanso, amor, compañía y unas risas. Tener que estar toda la mañana regañando a los nietos no es su función. Es más, sabemos que los niños no suelen generalizar lo que se les consiente en casa de sus abuelos, porque saben que es uno de los lujos de ir a visitarlos: poder hacer lo que no hacen en la suya. Un tercer estresor es el cambio en la rutina de los mayores. Cuanto más mayor te haces, más necesidad tienes de orden. La hora de levantarse, el desayuno, las actividades a las que se apuntan o salir a hacer la compra. Todo esto suelen modificarlo para poder atender a los nietos. Dejan sus clases de yoga, baile, la petanca y el paseo tranquilo con las amigas. Actividades que generaban bienestar. Romper la rutina cuatro días porque el nieto está mal, tiene su lógica. Romper la rutina casi dos meses, como ocurre en muchos casos, suele ser bastante estresante.
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Y qué decir de esos abuelos y abuelas que todavía están en edad de trabajar. Para ellos es casi imposible compaginarlo todo, a pesar de que hacen el esfuerzo de anteponer al nieto antes que sus responsabilidades. Hay abuelos con negocios que terminan por condicionar su vida a las prioridades de sus hijos antes que al trabajo. Y al final, entre el trabajo, los nietos y la edad, el cansancio y el desánimo les pasan factura.
Ser abuelo, ¿placer o responsabilidad?
Muchos padres dicen de los suyos (los abuelos) que, cuando eran pequeños, eran estrictos con ellos y que ahora malcrían a sus hijos y no son tan disciplinados. Efectivamente, y así tiene que ser. El abuelo es una figura tierna, divertida, desenfadada, que vive su jubilación y quiere disfrutar de ella. El abuelo es otro tipo de educador: el que cuenta batallitas, cuentos, el que con ternura le dice al nieto que se porte bien en casa con sus padres, pero que en la suya le consiente todo. Los abuelos pueden cuidar a los nietos. Lo que no podemos es exigirles un régimen militar de horarios de comidas y deberes cuando esa batalla ya la lidiaron.
Está claro que si tenemos un hijo diabético o con obesidad, forma parte de la responsabilidad de un abuelo no darle nada que pueda perjudicar su salud. Pero no pidas a tus padres que cumplan con tus órdenes, porque no es su función.
La educación fruto del amor incondicional, de la paciencia y del juego con que los abuelos se relacionan con los nietos crea unos lazos afectivos más importantes que muchas de las directrices que das a tus padres para que las apliquen con tus hijos. No les prives de esta experiencia, ni a unos ni a otros.
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Respetemos los derechos de ser abuelo:
- Disfrutar de su tiempo y su descanso y disponer y organizarse como mejor les venga.
- Disfrutar de los nietos a través del juego y la ternura.
- Elegir el nivel de responsabilidad que desean tener en la educación de los nietos.
- Dialogar, negociar y consensuar las normas con los hijos en relación a los nietos, pero no tenerlas impuestas y que el hecho de no cumplirlas genere un conflicto.
- Transmitir la historia familiar, los recuerdos de cuando sus padres eran niños, etc.
- Mimar y dar apoyo incondicional.
Y recuerda: cuidarse hoy es una inversión de futuro.