En verano pasamos más tiempo en pareja. Hay estudios que demuestran que después del verano, en el mes de septiembre, se incrementan el número de separaciones y divorcios. ¿Por qué? Uno de los motivos puede ser la toma de conciencia de la situación. Durante el año laboral las parejas apenas tienen tiempo para compartir. Me refiero a tiempo de intimidad: conversaciones, hacer el amor, dedicarse el uno al otro. Muchas parejas caen en la rutina, hablan de los hijos, hacen las compras semanales, se reparten las tareas domésticas y comparten cuatro cosas del trabajo. Llega el verano y, de repente, tienen que convivir con la situación, que poco a poco se ha ido marchitando.
Uno de los pilares de las relaciones de pareja sanas es la comunicación. Comunicarse de forma relajada y empática crea complicidad. La mayoría de los conflictos se vuelven irresolubles por falta de entendimiento y comunicación. Es la primera vía para ajustar lo que no funciona. Una buena comunicación no va a recomponer una relación de pareja que esté rota, pero sí puede ser el mejor vehículo para mediar y respetarse.
Sigamos estas reglas para facilitar la comunicación con la pareja:
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1. Si deseas hablar, estate preparado sobre todo para escuchar. Escuchar es el primer paso para poder ser empático. Es imposible saber cómo se siente el otro y cuáles son sus motivaciones para solucionar un problema contigo, si desconoces qué le pasa.
2. Bieninterpreta al otro. Las parejas que tienen conflictos tienden a malinterpretar los comentarios y las intenciones de la pareja. Por el contrario, las parejas con complicidad y las que se llevan bien tienden a bieninterpretarse y hacen un esfuerzo por entender las intenciones del otro, tienen en cuenta el contexto, el estado emocional en el que se ha hecho una observación, y no sacan conclusiones generales de un simple comentario.
3. Pregunta antes de sacar tus conclusiones. Si no tienes clara la intención, pregunta, con amabilidad y educación, “¿qué quieres decir con eso?”. Muchos conflictos vienen de no preguntar, hacer juicios de valor sobre un comportamiento o un comentario, darle una explicación desde ese único juicio de valor y, sin contrastar si es así o no, enfadarse. Preguntar eliminará cualquier duda que tengas sobre la persona. No hagas preguntas para pillar al otro, ni en tono inquisidor.
4. Respeta los tiempos y los silencios. Hay personas que necesitan resolver sus problemas en el acto, y obligan al otro a mantener una conversación sobre el tema. Pero si el otro necesita tiempo, porque está nervioso, frustrado o irascible, estarás obligando a hablar en un clima que no favorece el entendimiento. Será absurdo. Llegar a un acuerdo, tener una experiencia positiva de una conversación, requiere un clima relajado y un estado emocional apropiado por parte de los dos.
5. No levantes la voz. Gritar es una agresión que solo provoca la huida o el ataque. Con cada grito pierdes el respeto a la persona y a ti mismo y generas una experiencia muy negativa. Difícilmente alguien querrá volver a mantener una conversación con alguien que puede descontrolarse y hacerle sentir fatal. Aprende a autocontrolarte. La excusa de “me saca de quicio la persona o la situación, es que los nervios me pueden” no vale para justificar la agresividad verbal. Tampoco sigas manteniendo una conversación con quien te está gritando a ti.
6. No hagas comentarios del tipo “contigo es imposible hablar, mira cómo te pones”. La única respuesta a esta expresión es “pues anda que tú”. Y en ese momento es mejor dejar de hablar. Habréis conseguido que la comunicación sea un ir y venir de reproches.
7. Plantea las decisiones en términos de “nosotros”. Cuando implicas al otro, se siente partícipe de las decisiones. Un equipo que trabaja unido se aleja del “yo” y habla en términos de “nosotros”. “¿Estamos de acuerdo?” en lugar de “¿estás de acuerdo?”.
8. Pregunta qué desea hacer la otra persona. Así podréis llegar a una solución. Puedes formular preguntas del tipo: “¿y tú qué deseas que hagamos?”, “¿qué soluciones se te ocurren a ti que nos puedan satisfacer a los dos?”…
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Es muy desagradable no poder hablar de forma relajada con la pareja. Nos comunicamos a lo largo del día muchas veces y el hecho de poder tener estrategias para entendernos hará que sintamos un mayor bienestar.