La imagen, el concepto, la idea que tenemos de nosotros mismos es fundamental para poder desarrollarnos y relacionarnos desde el respeto y la seguridad. Nuestra autoestima, es decir, el grado en que nos valoramos y apreciamos, está condicionada desde nuestra infancia. No hay un factor único que defina, fortalezca o debilite la autoestima, sino que es fruto de muchas variables y de otras tantas circunstancias. No todas son controlables por nuestra parte, como puede ser la opinión que los demás se hacen de nosotros o el tipo de educación exigente que hayamos recibido, pero sí hay otros temas sobre los que podemos trabajar para sentirnos más fuertes y seguros y querernos más.
La autoestima depende de:
- Las atribuciones e interpretaciones que haces de tus éxitos y de tus fracasos. ¿Dependen de ti, eres tú quien protagoniza tu éxito o sueles otorgarle la responsabilidad a la suerte o a terceras personas? Muchos de los éxitos no dependen solo de uno mismo, pero si tú no te contemplas como parte del proceso y de la victoria, no podrás elaborar una imagen positiva de ti mismo. Pensarás que todo lo que consigues es fruto del destino, pero no de ti.
- Tu visión en túnel. Alrededor nuestro ocurre de todo, cosas positivas y otras negativas, recibimos elogios y críticas, cometemos errores y tenemos éxito, hay personas a las que les caemos bien y otras que no nos soportan. Dado que nuestra mente es incapaz de atender a toda esta información a la vez y estar pendiente de todo, tendemos a seleccionar el material al que prestamos atención. Las personas con una buena autoestima suelen escuchar, ver y encontrar aspectos positivos sobre sí mismos en el entorno.
- Grado de exigencia. Pensamos que la exigencia es un valor, pero no siempre lo es. Las personas autoexigentes van más allá del trabajo bien hecho, siempre se piden más, y el resultado final de todo lo que emprenden siempre podría estar mejor. Es cierto que la calidad de lo que realizan es altísima, pero con un coste emocional también muy elevado. Si nunca estás satisfecho de tus progresos y de tus resultados porque piensas que podrían ser mejores, tampoco tendrás una imagen positiva de ti mismo. Es difícil darse valor cuando no haces más que encontrar pegas y críticas en tu trabajo.
- Experiencias anteriores. En tu vida te has enfrentado ya a muchos retos: un examen, sacarte el carné de conducir, superar una enfermedad, mudarte de ciudad o empezar un nuevo trabajo. Seguro que has salido vencedor y si no, has superado el bache. Esto quiere decir que tus experiencias hablan por ti. Tus experiencias te dicen de lo que eres capaz. Trata de recordarlas y sacar los aprendizajes que te dejaron, puesto que son esas mismas experiencias las que te servirán para enfrentarte a retos futuros.
- Tener una mochila con recursos. Me refiero a recursos personales, no materiales, a valores y factores de tu personalidad que en otros momentos te hayan servido para triunfar. Si conoces de qué dispones, como puede ser la perseverancia, la paciencia, la fuerza de voluntad o tu amabilidad, te sentirás seguro ante un nuevo reto.
- Tu visión como potencial. No es lo que eres, es lo que deseas ser. Ni más ni menos. No pienses de ti con dudas ni con limitaciones. Olvida la frase manía “yo soy así”. Recuerda que tienes capacidad de aprendizaje toda la vida, así que podrás formarte, crecer, cambiar y, en definitiva, ser lo que desees ser.
- Cómo te relacionas contigo mismo. ¿De qué manera te hablas, tanto cuando tienes éxito como cuando te equivocas? ¿Te tratas con respeto, con compasión, o eres duro y exigente contigo mismo? Trátate como lo harías con un amigo. A él le tratarías con respeto, con tacto, con dulzura, siendo paciente y animándole en sus cambios. Se trata de aprobarte, no de hacerte sufrir. Porque tú vales la pena.
- Saber que mereces ser feliz. No hemos venido a esta vida para sufrir, en la medida en que uno pueda evitar el sufrimiento. Las personas con baja autoestima viven a merced de lo que les ocurra, sin coger el control de la situación, sin tomar decisiones. Tienen una actitud más pasiva que protagonista y permiten que las cosas sucedan, sin intervenir en ellas. Mucho de lo que acontece lo tenemos que aceptar, pero también podemos crear otras oportunidades para tener una vida mejor, una vida más sana, más equilibrada y más feliz.
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La autoestima no es algo que uno tenga o deje de tener. Es algo que se entrena. Igual hoy no te aprecias ni te consideras, pero trabajando estos ocho puntos aprenderás a quererte un poco más.