Lo que más incomoda no es un nuevo objetivo, sino salir de la zona confortable. Un nuevo hábito requiere un cambio. Y esto supone evolución, crecimiento, pasar de estar cómodo a incómodo para luego superarte, disfrutar de un logro, superación, sentir orgullo. Un cambio es lo que estamos haciendo constantemente sin darnos cuenta. Cambiamos cada segundo, a más mayores, a más sabios, a más flexibles. Un cambio eres tú.
Cada cambio nos deja una huella, un recuerdo, una forma distinta de ver, ahora, otra realidad. Necesitamos los cambios para vivir. Son vitales. Pero cuando decidimos cambiar nos topamos con la incertidumbre, y eso nos da miedo. Evitamos la inseguridad y la posibilidad de equivocarnos porque esto nos descalifica. Tenemos miedo a equivocarnos y arrepentirnos del cambio. Por eso mucha gente se pregunta: “¿Y si me equivoco?”. Nos da miedo perder.
Un cambio requiere:
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- Saber perder. Perdemos en cada decisión que tomamos. Las pérdidas también nos ayudan. Ayudan a quitar el lastre de lo antiguo, de lo que se deteriora, de lo que ya no nos funciona. Con cada pérdida adquirimos algo nuevo: una herramienta, un protocolo, un nuevo vaquero que sustituye al que se ha quedado viejo.
- Paciencia. Nada ocurre a la primera. Nada se convierte en un hábito sin repetición. Cuando tratamos de cambiar, tratamos también de convertir esa novedad en un hábito. Y los hábitos requieren que insistas hasta que se automaticen.
- Curiosidad. ¿Cómo será mi vida, mi mundo, después del cambio? ¿Qué estoy aprendiendo, qué beneficios colaterales me deja el cambio?
- Disciplina y orden. Por combustión espontánea no se va a dar. Necesitas hacer renuncias.
- Tener palabra y compromiso. Si has dicho que lo vas a hacer, hazlo. Olvídate de lo que tú crees que eres, como puede ser perezoso, poco hábil o lo que quiera que te digas. No eres nada de eso. Así que ya no hay excusa. Si borras de tu vida las expresiones como perezoso y no tener fuerza de voluntad, como no se puede tener algo que para ti, a partir de hoy, ya no existe en tu léxico, tendrás que actuar. Tú eres una persona comprometida y de palabra. Y como tal, ahora, actúa.
- ¿Por qué lo haces? Si no es importante para ti, no es un buen cambio. Si no te motiva, si no tiene un sentido, si lo haces por presión o por satisfacer a alguien, la probabilidad de abandono se eleva. Y entonces sacarás la conclusión de que no eres capaz o de que no tienes fuerza de voluntad. Y la próxima vez que te plantees otro cambio, mirarás en tu pasado y verás el fracaso. Así que si analizas equivocadamente el motivo del abandono es posible que te cueste emprender otra vez. Si falta ilusión, no es tu cambio.
- Planificación. ¿Cuándo, cómo y dónde? Para ello, agenda en mano. Mira a largo plazo, observa cómo está tu mes, tus horarios, tus compromisos, tus huecos, y si no los tienes, busca de qué manera hacerlos. ¿Qué sobra, a qué podrías renunciar? Planifica hasta el día que irás a informarte de los horarios del yoga, pilates, natación o zumba, de lo que sea. No es un “ya me pasaré”. Tu cambio es importante y requiere que lo trates con honores.
- Anticipación. No todo se puede controlar, pero lo que sea controlable, tenlo bajo control. Porque todo aquello a lo que nos anticipamos, lo alejamos del fracaso. Piensa qué actividades, qué estados emocionales, qué personas pueden boicotear tu nuevo objetivo. Igual alguien que te arrastra de tapeo en lugar de irte al gimnasio, igual la tristeza o la ansiedad fruto de un mal día. Prepara por escrito cada uno de los obstáculos que puedan darse y escribe al lado la solución que darás en ese momento para no desistir.
- Aprender a vivir con la incertidumbre. Un cambio no te asegura el éxito, pero te saca de una situación con la que tampoco estabas satisfecho. Imagina que decides aprender a relacionarte de otra manera con tu equipo de trabajo pero luego la gente no responde cómo creías. Habrá que evaluar y ver las causas que dependan de ti. Pero no puedes decidir cambiar pensando en el éxito asegurado. Intervienen tantos factores que es imposible controlarlos. Trata de hacer lo que tú creas que es coherente contigo.
- Sé moderado desde el inicio. No trates de que el primer día te salga todo bien. Es imposible. La idea de aprender conlleva convivir con el error. Así que habrá veces que lo lograrás, otras que no, otras que repetirás, hasta que después de un entrenamiento y de cientos de repeticiones crees un nuevo hábito. Disfruta de cada paso que vayas dando en el camino.
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Mucho ánimo, enero es tuyo.