¿Cuesta más encontrar amigos o pareja en la edad adulta?
Un artículo publicado hace tiempo en The New York Times, titulado “Amigos a una cierta edad. ¿Por qué es difícil hacerlos después de los 30?”, planteaba la dificultad de encontrar amigos a partir de los 30. Al igual que ponía de manifiesto que aquellos amigos que tú creías mejores amigos o inseparables, el tiempo, el estilo de vida o las circunstancias, iban alejándolos o enfriando la relación.
¿Cuáles son los motivos por los que nos cuesta hacer amigos a partir de la edad madura?
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Nuestro nivel de exigencia
Con la edad nos volvemos más exigentes. De pequeños, en el parque, en la universidad, todo vale. Ahora no. Sabemos cuáles son nuestros límites, a qué estamos dispuestos a renunciar, qué nos gusta y qué no. No es la edad del descubrimiento y de la formación como personas. Tenemos nuestra personalidad y las ideas bastante claras, así que tratamos de optimizar el tiempo que tenemos con personas que encajen con nosotros. A partir de una edad no estamos dispuestos a tolerar cosas con las que sí seríamos más beligerantes a una edad más joven y desenfadada. Esta edad se puede decir que es una criba.
La responsabilidad, el ritmo de vida y el poco tiempo que nos deja
Trabajo, hijos, casa, deporte, visitar familiares, las tareas del hogar… entre tanta responsabilidad es poco el tiempo que nos queda para repartir entre nosotros mismos y la búsqueda de amigos. Algunas personas tienen claro que deberían apuntarse a actividades que facilitaran el acercamiento a otras personas, pero el viernes por la tarde o el sábado se ven tan agotadas, que tira más la necesidad de descanso que conocer gente nueva. Y a esto súmale que la otra parte, tus amigos o las personas que tienes que conocer, también tienen responsabilidades.
Tener valores, nuestras opiniones y aficiones que deseamos compartir
Queremos que la persona que nos acompañe en el camino, como pareja o como amigo, comparta nuestros gustos, porque de esta manera se facilita el tiempo en común y nos ahorramos negociar, tomar decisiones o disgustos. De joven, te da igual qué haga, qué diga o cómo se comporte. Lo que te apetece es jugar, y jugar lo saben hacer todos. No somos tan selectivos de pequeños. Pero llega una edad en la que tenemos poco tiempo para jugar y queremos pasar ese tiempo con la gente que nos aporta calidad de vida, que suma, con la que te ríes, con la que, en definitiva, tienes afinidad y complicidad.
El lugar en el que se hacen amigos
De pequeños o en la universidad, compartes espacios que favorecen el inicio de una amistad: el parque, las clases, la cafetería de la uni, el equipo deportivo al que perteneces, incluso los hijos de los amigos de tus padres.
Los prejuicios
“¿A mi edad voy a conocer gente nueva? Pensarán que estoy solo”. Efectivamente, para algunas actividades estás solo. Y no pasa nada. A las personas les da vergüenza que los vean solos en un cine y hay gente que se siente muy incómoda comiendo sola. Para ellos tiene un significado cargado de juicios de valor: si estoy comiendo solo o voy solo al cine es que no tengo amigos; si no tengo amigos, igual piensan que soy un bicho raro, que no sé relacionarme o que no valgo tanto la pena como para tener un grupo de gente a mi lado. Querido lector, ir solo al cine o a comer solo es un puro placer. Para muchos es una elección que disfrutan de veras y viven la experiencia de estar a solas un rato con ellos mismos. Hay mucha gente a tu edad que tiene familia, amigos de verdad, y a pesar de ello, desean conocer otros grupos. Una cosa no excluye a la otra. Olvídate del qué dirán y experimenta nuevas sensaciones.
Si uno de tus objetivos es ampliar tu grupo social, tener más opciones con las que quedar, realizar actividades nuevas, intimar o tener pareja, aquí te dejo unos consejos que puedes poner en práctica:
- Sé tú mismo, siempre. No trates de impresionar. Puede funcionar tres días, igual dos semanas, pero tarde o temprano supondrá un lastre para ti, que terminará por generar ansiedad. Si tu naturalidad y tu forma no les gusta, ya tienes una señal. No es la persona o el grupo que te conviene.
- Sé amable y educado. Nunca está de más ni sobrevalorado.
- La simpatía como bandera. Una buena sonrisa, divertido, optimista, es una forma de relacionarse cómodamente con quien llega de nuevas a nuestra vida.
- Sé curioso pero no cotilla. Interésate por la persona pero sin hacerla sentirse incómoda. A las personas les gusta hablar de su vida, que se interesen por sus asuntos, que las hagan sentirse especiales.
- Sé discreto. A nadie le interesa más que a ti y a la persona que estás conociendo la vida que lleváis, lo que hacéis o lo que compartís. Antes de contar algo en tu familia o a tu otro grupo de amigos, piensa si la persona que te ha confiado algo querría que tú lo compartieras con otros.
- Apúntate a actividades que faciliten conocer gente y que creen un ambiente lúdico. Cultura, deporte, cine, literatura, viajes, visitas. Cualquiera de ellas da pie a conocer a otras personas con gustos afines a los tuyos.
- No hables solo de ti. Puede ser tremendamente aburrido y agotador estar escuchando al típico “yo, yo y solamente yo”. La comunicación es cosa de dos. Ni tienes que avasallar al otro con todo lo que has hecho en la vida ni tienes que dejar que solo hable el otro. Trata de encontrar un término medio.
- Toma decisiones, ten iniciativa. Es agotador empezar a salir con alguien que, por timidez o por complacer, deja que sea el otro el que lo elija todo. Propón planes, da ideas, saca temas de conversación.
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