El sistema público de pensiones en España atraviesa un momento delicado. Para entender sus dinámicas y el porqué de sus problemas actuales es necesario conocer cuáles son los factores que más influyen en su funcionamiento.
Son tres los factores determinantes:
- Natalidad (fecundidad y composición de la pirámide de población)
- Envejecimiento (esperanza de vida)
- Flujos migratorios
En esta entrada del blog de VidaCaixa abordamos este último punto: los flujos migratorios. El descenso en los últimos años, debido a la crisis económica, de la inmigración en España afecta directamente a la tasa de dependencia. Esto se debe a que el peso de la población mayor de 65 años es cada vez mayor. Dicho en otros términos, los extranjeros en edad de trabajar (16-64 años) cada vez son menos para soportar a una mayor población pensionista, como muestra este gráfico.
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Los datos no engañan. En 1980 había 1,9 jubilados por cada diez personas en edad de trabajar. Hoy esta cifra ha aumentado hasta 3 jubilados. De cara a 2060, el INE prevé que sean 7,9 pensionistas por cada diez trabajadores. Es decir, cada vez menos contribuyentes para más jubilados.
Más datos. En 1998 había un 68% de cotizantes extranjeros entre los 16 y los 64 años; una cifra que se incrementó hasta el 81% en 2008, coincidiendo con el punto álgido del crecimiento económico tanto en España como a nivel global. A partir de ahí empezó un descenso progresivo. En 2013, por ejemplo, el porcentaje de extranjeros en edad de trabajar era del 79%.
La evolución de la población residente en España entre 2011 y 2016 del Instituto Nacional de Estadística (INE) refleja también este decrecimiento:
- 2011 – 5.312.441 extranjeros
- 2012 – 5.236.030 extranjeros
- 2013 – 5.072.680 extranjeros
- 2014 – 4.677.059 extranjeros
- 2015 – 4.454.353 extranjeros
- 2016 – 4.418.898 extranjeros
Y claro está, esta disminución de cotizantes se produce en un momento en el que el propio INE prevé que el número de mayores de 65 años experimentará un notable crecimiento y pasará del 18,7% actual al 34,6% en 2066, mientras que la población en edad de trabajar pasará del 65% actual al 53,6% en 50 años.
Los problemas no finalizan ahí. Según el encuestador público, y salvo sorpresa de última hora, no está prevista una llegada masiva de trabajadores extranjeros que complementen los agujeros del sistema público de pensiones español para que éste haga frente a un gasto en prestaciones cada vez mayor. El saldo migratorio que proyecta el organismo estatal de estadística prevé la llegada en el próximo medio siglo de alrededor de 17 millones de extranjeros a España, de los cuales un 75% estarán en edad de trabajar (16-65 años).
España recibió en los años previos a la crisis hasta un millón de inmigrantes anuales, una cifra que reportaba importantes ingresos a las arcas del Estado, hasta el punto de alcanzar un superávit en la Seguridad Social que hoy vemos lejano. Lo que hoy el INE proyecta hasta el 2066 se queda en un tercio de aquellas cifras, unos 350.000 extranjeros por año en los próximos 50 años. ¿Se prevé una ola de inmigración que salve el sistema público de pensiones? A tenor de estos datos no lo parece.
Además, como se observa en el gráfico anterior, el importante número de trabajadores extranjeros que se asentó en España durante el auge inmobiliario decidió irse cuando estalló la crisis. Es posible que una nueva ola migratoria, sin un modelo económico consolidado, lo máximo que pueda lograr es maquillar momentáneamente las deficiencias del sistema público de pensiones.
Como consecuencia, entre otros factores, de la menor llegada de inmigrantes (en comparación con los años del boom), España perderá población. Si hoy cuenta con 46,43 millones de habitantes, en medio siglo serán 41 millones: 5,4 millones menos. La pérdida de población se centrará en el tramo de entre los 30 y los 49 años, que en 15 años se reducirá en 4,2 millones (un 28,5%) y en 6 millones en 50 años (un 40,1%). Por el contrario, a partir de los 70 años todos los grupos de edad crecerán y en 2031 habrá 11,7 millones de personas mayores de 64 años, lo que significa tres millones más que en la actualidad, y 14,2 millones más (un 63,1%) dentro de medio siglo.
Como vemos, en materia de pensiones públicas de jubilación el futuro está repleto de sombras. Las señales de diferentes organismos oficiales indican que el sistema de reparto es ineficiente debido al envejecimiento de la población y al aumento de la esperanza de vida, así como a la escasa población en edad de trabajar que se prevé en relación a los jubilados en los próximos años, punto en el que la inmigración juega su papel.
Plantearse cómo complementar la prestación pública de jubilación es hoy una necesidad. Existen diferentes herramientas con las que podemos preparar nuestro futuro con garantías. Los planes de pensiones, los PIAS o los SIALP son tres buenas opciones. Asimismo, también se ha puesto en marcha recientemente un simulador de jubilación con el que uno puede llegar a saber cuánto debe ahorrar y cuánto en realidad ahorra para la jubilación. El resultado que ofrece este ejercicio, que se completa en escasos minutos, muestra el gap existente entre lo que uno cree que cobrará cuando se retire y lo que realmente cobrará.
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