Se acabó eso de acercarse a la etiqueta de un alimento hasta la nariz para conocer los ingredientes o volverse loco buscando los alérgenos en el paquete. Desde finales de 2014 se aplica en España el Reglamento europeo 1169/2011 sobre información al consumidor, que implica cambios en la etiqueta de los alimentos.
“La nueva ley de etiquetado nutricional pretende dar una información más clara y práctica a la población para que pueda tener más herramientas para decidir lo que consume”, explica Cristina Lafuente, dietista de Alimmenta, quien destaca que gracias a este cambio en la normativa se da más importancia a los nutrientes que tienen mayor impacto sobre la salud del consumidor como son la energía, las grasas, el azúcar y la sal.
Tal y como explicó la Comisión Europea, la modificación tiene como objetivo dar herramientas para que los consumidores puedan decidir con más conocimiento los alimentos que compran. A partir de ahora se podrán comparar calorías, grasas, hidratos, proteínas, azúcares y sal por cada 100 gramos o mililitros de producto.
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Gracias a este nuevo DNI, cada producto desvelará sus secretos mejor guardados y se hará hincapié en si contiene alguno de los catorce alérgenos más comunes, así como las grasas, las grasas saturadas y otros elementos.
“A lo que se debería prestar más atención es a la cantidad de grasas, sobre todo a las saturadas y de azúcares. Las recomendaciones nutricionales apuntan que en una alimentación saludable las grasas deberían aportar entre un 15 y 30% de las calorías diarias ingeridas, y que las saturadas no representaran más de un 10%. En el caso del azúcar también se aconseja que no supere el 10%”, explica Lafuente.
Si nos fijamos en las principales modificaciones que introduce este reglamento europeo, destacan los siguientes cambios:
– Adiós a la letra minúscula: Con el objetivo de mejorar la legibilidad la letra debe ser de un mínimo de 1,2 milímetros de altura y en los envases de menos tamaño puede ser de 0,9mm.
– ¡Ojo con los alérgenos!: Se deberán destacar con letra distinta o en negrita si el producto contiene alguno de los 14 alérgenos más comunes.
– Cantidades a una: Las cantidades se indican por 100 gramos o 100 mililitros para poder comparar. Además, se marca el % que representa sobre la cantidad diaria recomendada para un adulto.
– ¿Cuántas veces lo han congelado?: Carne, preparados de carne y productos de pesca tendrán que indicar la fecha de congelación o de primera congelación. Los alimentos que hayan sido sometidos a un proceso de congelación y luego se vendan descongelados también deberán indicarlo en la etiqueta.
– Es aceite vegetal, sí, pero ¿de qué tipo?: Hasta ahora no era obligatorio indicar la procedencia del de aceite vegetal, de tal forma que el consumidor relacionaba esta mención como algo saludable. Por el contrario, “resulta que uno de los aceites vegetales más utilizados en la industria es el aceite de palma, vegetal sí, pero rico en grasas saturadas, por lo tanto no es el más recomendable”, detalla Lafuente de Alimmenta. La nutricionista añade que hay que evitar los alimentos en cuya etiqueta aparezca el aceite de palma o “tomarlo en pequeñas cantidades y de forma ocasional”.
– ¿De dónde viene la carne?: Habrá que indicar la procedencia de la carne fresca de cerdo, ovino, caprino y aves de corral. Hasta ahora solo era obligatorio indicar el origen de la carne fresca de vacuno, las frutas y las verduras, la miel y el aceite de oliva.
– ¿Sodio o sal?: Con la nueva normativa será obligatorio hablar de sal, una palabra que entiende todo el mundo, y no se podrá utilizar “sodio” como hasta ahora. Si nos fijamos en la cantidad más recomendada para considerarse un alimento saludable, “la OMS recomienda consumir menos de 5 gramos o menos de una cucharadita al día”, señalan desde Alimmenta.
A pesar que la normativa ya ha entrado en vigor, las nuevas normas serán obligatorias a partir del 13 de diciembre de 2016, por lo que mientras tanto convivirán los dos tipos de etiquetados de alimentos.