Seguro que habéis oído muchas veces aquello de que la música es un remedio infalible contra los momentos de tristeza, angustia o soledad. Y seguro que también habéis vivido momentos de excitación emocional, melancolía o felicidad extrema escuchando música.
¿Quién no se ha relajado hasta dormirse escuchando una pieza de Mozart? ¿Quién no ha llorado escuchando alguna canción de Oasis, Queen o Pink Floyd? La música produce en nuestro cuerpo y en nuestra mente reacciones únicas que en este artículo vamos a ir explicando.
Desarrolla la creatividad de los más pequeños
Tocar un instrumento y aprender música desde muy pequeños es indispensable para cultivar la sensibilidad. Por eso muchos padres y madres optan por apuntar a sus hijos e hijas a actividades extraescolares que estén relacionadas con la música. Violín, piano, guitarra… cualquier instrumento es bueno para que nuestros hijos desarrollen la creatividad y sepan valorar los beneficios de la música.
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Además, tocar un instrumento en grupo hará que aprecien la colaboración con sus compañeros y les ofrecerá un espacio común para dejarse llevar creativamente y también socialmente. No hay que olvidar que la música es un lenguaje universal que hace posible que personas de distintas razas, culturas e idiomas se comuniquen entre ellas. ¡Aprovechémoslo y disfrutemos de los poderes de la música!
La música produce estados de ánimo
Usar la música para generar estados de ánimo es algo muy antiguo y que se lleva a cabo desde hace siglos. Por ejemplo, Platón o Confucio cantaban para calmar los nervios de sus compañeros; los equipos de fútbol o baloncesto ponen música antes de salir a jugar para hacerlo con mejor ánimo; los docentes, por su parte, ponen música a sus alumnos para ayudarles a memorizar mejor algunas lecciones; o los militares usaban música clásica –normalmente épica– para que los soldados salieran motivados al campo de batalla.
Así pues, hay ciertas músicas que inevitablemente nos producen estados de ánimo que quizá queremos generar o acentuar. Por ejemplo, la música rock o pop produce, de manera generalizada, felicidad y optimismo. La música clásica genera paz y tranquilidad. Pero eso no es todo, ya que incluso hay ciertas músicas, como algunos estilos de música electrónica, que generan temblores, escalofríos y sudores. Experiencias tan extremas y potentes que pueden llegar a producir incluso cierta electrificación sensorial.
Tratamientos alternativos a través de la música
La definición de la musicoterapia es la siguiente: usar la música –es decir, el sonido, la armonía, la melodía, etc.– para facilitar las relaciones mentales, sociales y cognitivas. Así pues, son aquellos tratamientos alternativos que afectan directamente a nuestro sistema nervioso y causan efectos positivos en él, un ejemplo más de lo sanadora que puede ser la música.
Hay que tener claro que cuando optamos por ponernos en manos de un musicoterapeuta (ya sea por problemas de estrés, de deficiencias cognitivas o por los motivos que sean), este no es un profesor de música al uso. Se trata de una persona con conocimientos de psicología, pedagogía o, incluso, medicina que hará que la música no sea el fin, sino un medio para que la persona experimente cambios y supere la deficiencia que tenga o sea más feliz.
Seguro que habéis oído hablar de muchas terapias alternativas, pero la musicología, si optáis por ella, hará que trabajéis para superar problemas infantiles, pero también otras patologías que surgen en la etapa adulta. Es más, hoy en día, la cantidad de estrés que sufrimos y los niveles tan altos de exigencia emocional a los que nos exponemos hacen que sea una gran idea apostar por la música para tranquilizarnos, reducir nuestra irritabilidad y hacer que nos calmemos. El objetivo es tan importante como reducir la tensión y la ansiedad que nos produce afrontar el día a día. Así pues, elige tu música… ¡y deja que sea ella la que te alivie en los momentos de angustia!