Abordar hoy aspectos como hacerse mayor o jubilarse es completamente distinto a como se hacía hace algunos años. El papel de la mujer en la sociedad y su manera de afrontar el paso del tiempo y su aporte social, económico y familiar se ha transformado completamente desde hace poco más de medio siglo. Cómo vive ahora la mujer su etapa de la madurez, tiene poco que ver con cómo lo hacían nuestras abuelas.
Esto es exactamente lo que ha investigado Anna Freixas, doctora en Psicología, en uno de sus libros: Abuelas, madres, hijas. La transmisión sociocultural del arte de envejecer. El estudio plasma los resultados de una investigación en la que participaron mujeres que se encontraban en los tres momentos del ciclo vital. Y los resultados fueron sorprendentes: “Ha habido un cambio muy importante desde la segunda ola del feminismo, en los años 70 del siglo veinte, que ha transformado la vida de las mujeres -y en consecuencia también la de los hombres- de manera que las mujeres mayores de hoy poco tienen que ver con sus abuelas e incluso con sus madres”.
En este sentido, si nos fijamos en las diferencias concretas entre las mujeres mayores de hoy en día con sus madres o abuelas, Freixas destaca que “se enfrentan a la vejez con cultura y educación, con libertades y dueñas de sus cuerpos y su sexualidad”. Añade: “Hoy cada vez hay más mujeres que tienen pensiones, no de viudedad, sino propias, de manera que envejecen disponiendo de su monedero, como diría nuestra maestra Virginia Woolf”. De este modo, la jubilación se afronta de una manera más relajada e independiente. Las mujeres tienen ahora el poder de decisión sobre qué tipo de vida quieren llevar.
¿Quieres saber cómo afrontar la ruta de tu vida? ¡Descúbrelo!
No obstante, a pesar de que la calidad de vida de las mujeres de hoy en día es mejor que la de su antecesoras, Freixas opina que “a algunas mujeres lo que les cuesta es aceptar las consecuencias del envejecer en una sociedad juvenilista en la que el único valor es la juventud y la delgadez. Tenemos que aprender a querernos más, a respetar nuestra edad como un mérito y un don”.
Pero, ¿cómo aceptar que nos hacemos mayores? “En nuestras manos está poder cambiar esta realidad, siempre que sepamos hacernos visibles y ocupar los espacios públicos y sociales, con naturalidad y desde luego sin enmascarar los signos de la edad, mostrándolos con orgullo y respeto”, explica Freixas.
La autora va más allá y comparte algunos consejos prácticos para aceptar el envejecimiento:
- Aprende a quererte más
- Respeta tu edad como un mérito
- Afronta los cambios físicos de manera positiva
- No pierdas la oportunidad de decidir qué tipo de vida quieres llevar
- Cuida tu salud, tu cuerpo y tus relaciones sociales
Como concluye Freixas, “envejecer es una suerte, un logro, no una catástrofe”. Tenemos a nuestra disposición infinidad de posibilidades para disfrutar al máximo las ventajas que supone cumplir años.