Esta situación será familiar para todos los que tengan cerca una persona con alzhéimer. A medida que pasa el tiempo y la enfermedad sigue su curso, cuando los visitamos nos preguntamos si se acordarán de que hemos estado con ellos o si consiguen darle la importancia necesaria al hecho de estar acompañados.
Pensar que con la memoria desaparecen también los sentimientos es uno de los principales prejuicios vinculados a esta enfermedad. En ocasión del Día Internacional del Alzhéimer, nos centramos en esta idea preconcebida sobre uno de los trastornos cerebrales que más deterioran la calidad de vida de los españoles: el alzhéimer.
La memoria emocional en personas con alzhéimer
Entendemos por memoria emocional aquellos recuerdos relacionados con las emociones, ya sean positivos o negativos. Este tipo de memoria la almacenamos en otra parte del cerebro, distinta al resto de recuerdos, llamada amígdala. Así, cuando revivimos una situación parecida, activamos esa región del cerebro y conseguimos evocar los mismos sentimientos que tuvimos en aquel momento. Esto provoca también respuestas fisiológicas como reír, llorar, sentir enfado o vergüenza, etcétera.
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Dado que las emociones se almacenan en una región distinta del cerebro, su afectación por la degeneración cerebral es distinta y más lenta, por lo que las personas que padecen alzhéimer retienen más tiempo la memoria emocional. En consecuencia, es normal que no recuerde una situación concreta, pero sí la emoción asociada.
Memoria, emociones y alzhéimer
Las personas afectadas por la enfermedad del Alzheimer pueden sentir emociones aunque olviden el motivo que las causó. Así lo explica Edmarie Guzmán-Vélez, directora de una investigación de la Universidad de Iowa publicada en la revista Cognitive and Behavioral Neyrology. El estudio concluyó que aunque los enfermos no puedan recordar la visita de un ser querido o que no los cuidaron como era debido, estas acciones tienen un impacto en su bienestar emocional.
“Quizá no recuerda que lo llevaste a comer su comida favorita, pero ese momento de felicidad, ese sentimiento positivo va a continuar estando ahí”, explica Guzmán-Vélez. Este descubrimiento se considera muy importante para los afectados pero también es vital para los cuidadores, que ven probado científicamente que su actitud hacia los enfermos puede ser clave en su día a día.
El sistema que utilizaron los investigadores para llegar a esta conclusión es muy interesante. Mostraron a 17 personas sanas y a 17 con la enfermedad de Alzheimer fragmentos de películas tristes y alegres. Pasados unos minutos, hicieron una prueba de memoria para ver si recordaban lo visto. Los afectados por la enfermedad retuvieron menos información, pero mantuvieron el sentimiento de alegría o tristeza durante más de media hora.
Si el paciente recuerda los momentos de felicidad, aún recordará más un episodio desagradable. “Si se le grita o pasa algo que le haga sentir triste, ese sentimiento va a permanecer durante tiempo”, añade Guzmán-Vélez. “Es sumamente importante que dediquemos tiempo a tratar de promover emociones positivas y minimizar lo máximo posible las emociones negativas».
La Fundación Alzhéimer España subraya la importancia de estos hallazgos, dado que “durante muchos años se consideró la enfermedad únicamente desde el punto de vista de los cuidados físicos”. Según los expertos, el cuidado de los afectados debe basarse en la siguiente máxima: “primero la persona, luego la enfermedad”.
La investigadora opina que es fundamental enseñar a los cuidadores a comunicarse con los pacientes. Esto es especialmente importante cuando tendemos a corregir sus errores. Si, por ejemplo, nos dicen que les ha visitado su hermano y les decimos que es imposible porque esa persona murió hace años, estaremos generando un estado de tristeza innecesario.
Recapitulando
El alzhéimer afecta a la memoria, pero no elimina las emociones, lo que es un concepto clave para los cuidadores. Aunque los pacientes olviden detalles o eventos específicos, las emociones asociadas a esos momentos persisten. Un estudio de la Universidad de Iowa demostró que los enfermos pueden mantener sentimientos de alegría o tristeza incluso cuando no recuerdan lo que los provocó. Esto resalta la importancia de promover emociones positivas y evitar las negativas.