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La ansiedad es una respuesta que damos las personas cuando nos sentimos amenazadas. Viene filogenéticamente determinada desde que estábamos en las cavernas. Los psicólogos nos hemos hartado de decir que, en la mayoría de las situaciones, la ansiedad hoy en día no es una respuesta adaptativa, porque la mayoría de nuestras amenazas no ponen en peligro nuestra vida…la pérdida de trabajo, una discusión con la pareja, el examen de oposición de dentro de un año y la idea de no pasarlo, poder enfermar de algo, tener miedo a ser rechazado, a no decir lo correcto, etc. Hasta hoy con el Coronavirus.
Motivos por los que el Coronavirus nos puede generar ansiedad
El Coronavirus da protagonismo y validez a la respuesta de ansiedad por varios motivos:
Pone en peligro nuestra vida
A la vista están las personas que se están muriendo por esta nueva gripe y sus complicaciones respiratorias. Es cierto que nos han dicho que la población de riesgo son las personas mayores o aquellas personas con patologías asociadas. Pero también empezamos a conocer casos de personas más jóvenes y sin patologías asociadas. Así que todo el mundo anda con el miedo a “¿me tocará a mí?”, “y si me toca, ¿de qué manera se presentará en mi cuerpo?, ¿cómo voy a reaccionar?”
Cuando una amenaza real pone en peligro la vida de los tuyos, de nuestros mayores, o de nosotros mismos, lo normal es que se desencadene el miedo. Pero ¿nos ayuda este miedo a resolver el problema? No. A pesar de que la amenaza es real y es el motivo que justifica sufrir ansiedad, no podemos hacer todo por controlarlo.
La recomendación en este caso para disminuir la ansiedad es “tener bajo control lo que sí depende de nosotros”. A estas alturas de la película las recomendaciones las conocemos todos: lavarnos las manos, mantener la distancia de seguridad, no salir de casa salvo en las ocasiones urgentes en las que sí está permitido hacerlo, no saturar las urgencias si no es necesario, informarse en el número de teléfono que nos han facilitado en cada Comunidad y si tienes síntomas, esperar y pedir ayuda.
Crea un estado de incertidumbre
No hay una situación que genere más ansiedad en las personas que la incertidumbre. No soportamos no controlar lo que nos viene por delante. El control nos da seguridad, nos permite anticiparnos y con él creamos un ambiente de seguridad a nuestro alrededor. Pero, ay, Coronavirus, nos has puesto nuestra vida, la de los vecinos, la del servicio de salud pública y al mismísimo Gobierno, patas arriba.
Si nuestra incertidumbre nos genera ansiedad, ¡cómo no nos va a generar una ansiedad mayor la propia incertidumbre de los que nos gobiernan, en quiénes confiamos nuestra protección vital! Y ojo, que esto no es una queja. Esto es que el Virus nos ha cogido a pierna cambiada y nadie de nosotros ha sido capaz de anticiparse a su maldad. Porque el bicho es malo, pero malo de narices.
La recomendación en este caso es aprender, por fin, a convivir con la incertidumbre. La vida nos lo está poniendo en bandeja. Las personas nos empeñamos en controlar y cuando les digo a mis pacientes que casi el 90 por ciento de nuestras preocupaciones son incontrolables y que deberían de trabajar la aceptación, casi que les sabe mal, oye. Así que la vida ha dicho, ¡ahora van Ustedes a aprender a “descontrolar” porque yo lo valgo! Y en ellos estamos, querida vida, aprendiendo a descontrolar y aceptar.
¿Cómo se hace esto? Pues la verdad es que dificultad, lo que se dice dificultad, no tiene ninguna. La dificultad radica en la resistencia que nos da por poner. No queremos deshacernos de nuestro control, a pesar de que en este caso controlar no tenga premio. Ya lo siento, por más que razonéis, leáis, veáis las noticias en directo y luego en repetición, no vais a encontrar una tranquilidad mayor.
Aceptar pasa por tener un mantra del tipo “lo que tenga que ser, será” y cada vez que nos bombardee el cerebro con todas las preocupaciones que no tienen respuesta, tratemos de repetirnos el mantra. No razonéis, no juzguéis, no os quejéis tanto y dejad de lado el monotema.
No tener una fecha fin
A nuestro cerebro le encanta saber cuándo empieza y cuándo finaliza algo. La vida se rige por horarios. Organizamos la vida en función de horarios, de agendas, de calendarios. Y cuanto más encasillada tenemos una actividad, es decir cuando sabemos qué día, a qué hora inicia y a qué hora acaba, más seguridad nos da. Porque las rutinas y la organización nos dan seguridad.
No sabemos cuánto tiempo vamos a estar confinados. Y es mejor no hacer planes basados en las especulaciones de la bola de la bruja Lola. Lo mejor es ocuparse de las rutinas que sí podemos realizar ahora. Rutinas dentro de casa relacionadas con el trabajo (quién pueda), rutinas respecto a las labores domésticas (todos podemos), rutinas en las que cambiemos hábitos de vida poco saludables por otros más saludables, nuevas rutinas sobre el ocio, etc. La recomendación pasa por organizar lo que es organizable. Nada más.
Recluirnos tiene su qué, pero también tiene su queja
Dependiendo del tipo de vivienda que cada uno tenga y de cuántas personas la ocupen, la verdad es que jugar a Gran Hermano puede ser algo tóxico. Después de dos días de confinamiento, solo pensamos en la persona a la que nominaríamos para salir de la vivienda.
La recomendación. Es el momento de redactar un código de conducta que se respete en el hogar, en el que se recojan el reparto de las responsabilidades e incluso el tiempo que uno decide pasar a solas. Tener un espacio para tener intimidad es importante.
También es cierto que este tiempo juntos da lugar para disfrutar de un tiempo de calidad, para hablar más, para compartir juegos, para enseñar cosas nuevas a nuestros hijos. Ver fotos, aprender nuevas recetas de cocina, aprender una afición nueva como puede ser dibujar.
Y por supuesto, aplicad lo que siempre podéis leer en mis redes sociales respecto a la gestión de la ansiedad. Meditación, relajación muscular, realizar actividades que nos permitan prestar atención plena y, sobre todo, como podéis concluir con el artículo, humor, mucho humor. Los españoles somos campeones del humor. Conque dediquéis cada día diez minutos a leer todos los memes y a ver todos los vídeos que enfoca el Coronavirus con un poco de humor, ya tenéis la carcajada asegurada.
Eso sí, seamos por favor responsables. Esto es lo más importante.