Es posible decidir muchas cosas a lo largo de la vida, como, por ejemplo, qué estudiar o en qué ciudad residir, pero es muy probable que no tengamos capacidad para escoger cuándo y cómo moriremos. Por ello, tal y como ha afirmado Sergi Grimau, motivador y conferenciante, durante una ponencia en el Longevity World Summit 2020, un evento online organizado por la Universidad de Barcelona y el Longevity Institute, “por lo que sí podemos optar es por vivir mejor, lo que significa apostar por cuidar la intensidad y la actitud que tenemos ante la vida. Y todo ello pasa, principalmente, por entender lo que somos capaces de generar en las personas que nos rodean”.
A lo largo de su sesión, titulada Vivir dejando huella: cómo llegar a la vejez con una salud emocional de hierro, Grimau ha hecho un breve repaso de su propia trayectoria personal, marcada, al igual que en el caso de sus hermanos, Jordi y Roger, por haber sido jugador de baloncesto profesional hasta los 32 años. “Desde que me retiré, he tenido una carrera transversal en la que he hecho muchas cosas que me han servido para entender mejor cómo somos las personas. Por ello, ahora soy speaker motivacional e intento ayudar a las organizaciones a tener personas en sus equipos que tomen decisiones conscientes con el propósito de la compañía, es decir, que contribuyan a hacer que las empresas en las que trabajan sean más longevas”.
La clave es la confianza
Para Grimau, la única estrategia para vivir bien durante mucho tiempo es controlando aquello que, realmente, es posible controlar, como, por ejemplo, una alimentación sana y equilibrada o gestionando de un modo adecuado la salud emocional.
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En su opinión, “no podemos controlar lo que sienten nuestras emociones, pero sí aquello que generamos en las personas que vamos conociendo a lo largo de la vida”. Este experto utiliza el concepto de ‘pirómano emocional’ para referirse a la gente que es capaz de desarrollar emociones positivas en terceros, entendiendo las implicaciones de su comportamiento para fomentar en los demás motivación o, en el caso contrario, desmotivación. “Si somos conscientes de qué efecto causamos en el resto, es como si tuviéramos un superpoder”.
En esta línea, ha indicado que “el control de las emociones es la clave de la longevidad de las personas en su trayectoria personal y profesional”. Por ejemplo, en temas laborales, Grimau ha insistido en que una de las ‘obsesiones’ recurrentes en los directivos es lograr el compromiso de sus equipos, “pero no se detienen a analizar si, personalmente, cada uno de ellos se preocupa de generar ese compromiso trabajando de modo proactivo en la salud emocional de sus empleados”.
Según su criterio, la energía que mueve el mundo es la confianza, dado que “nos pasamos media vida buscando relaciones de confianza y la otra mitad recuperando la confianza perdida. Si somos capaces de generar confianza en el resto tendremos una salud emocional buena”. Para crearla, estima que “hay que ser naturales y no pretender ser algo que no somos. En la medida en que nos conocemos a nosotros mismos somos capaces de ser coherentes con el resto y, por regla general, de generar confianza”. Además, añade que mentir es siempre mucho más difícil que decir la verdad porque hay que hacer memoria permanentemente sobre aquello en lo que se ha mentido.
El valor de la amabilidad
Grimau es un firme creyente del poder que ha tenido la reciente pandemia para hacer comprender a muchos que “todos estamos aquí de paso y que hay que cambiar la mentalidad”. En su opinión, “se vive dejando huella siendo uno mismo y ayudando a los demás, poniéndonos a su servicio”. Cuando ayudamos en aquello que nos resulta posible, “pasan cosas”, por lo que “hay que dejar en ocasiones de pensar tanto y actuar”. De hecho, asegura que, al ayudar a los demás, en realidad, las personas se están ayudando a sí mismas, porque se sienten mejor y adquieren “un estado emocional óptimo”.
En este sentido, ha afirmado que “las personas que sonríen y que son amables generan confianza”. Tanto es así que “la clave que marca la diferencia a nivel profesional es, cada vez más, ser amable”. Desde una óptica personal, Grimau señala que para envejecer con una salud emocional de hierro “hay que rodearse de flores, para oler a flores; si nos rodeamos de malas personas, oleremos mal. Pensemos en qué jardín queremos estar”.