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Recursos para vivir mi día a día con más serenidad y paz

Marzo 18, 2022 5 min 27 veces compartido

Se habla mucho de vivir con más calma y serenidad, quizá precisamente porque vivimos en una sociedad en la que el ritmo es trepidante, la velocidad a la que se mueve la energía es abrumadora y, a veces, podemos sentirnos en un constante “tonto el último” o en un “sálvese quien pueda”.

Pero, ¿qué es la serenidad y la paz? ¿Y qué supone, en nuestro día a día o en nuestra manera de vivir, vivir con más calma?

¿Qué es la serenidad y cómo puede mejorar tu día a día?

Como hacemos muchas veces, vamos a ir al diccionario de la RAE a ver qué nos dice de la palabra “serenidad”:

  • Serenidad: Cualidad de sereno
  • Sereno: Encargado de rondar de noche por las calles para velar por la seguridad del vecindario, de la propiedad, etc.
  • Sereno: Serenata, música nocturna y al aire libre para festejar a alguien.
  • Sereno: Apacible, sosegado, sin turbación física o moral.

La definición que más se adapta a lo que buscamos es: Apacible, sosegado, sin turbación física o moral.

Si atendemos a la parte en la que dice: sin turbación, podríamos imaginarnos que vamos en barco por un mar que a veces estará más agitado, y otras veces menos… Nuestra capacidad para mantenernos sin turbación, sosegados, tranquilos, con confianza… depende de la capacidad que tengamos para trabajar nuestros recursos, internos y externos. 

Durante un día habitual en nuestras vidas, nos enfrentamos a numerosas noticias y sucesos que nos inquietan, nos estresan y nos quitan la calma. 

Pero si pudiéramos profundizar un poco más, ir a un nivel más interior, nos daríamos cuenta de que realmente solo nosotros somos responsables de nuestro estado. Y, independientemente de lo que suceda fuera, nosotros podremos mantener nuestra paz y nuestra serenidad… como de fondo. 

¿Cómo gestionar tu serenidad y paz interior ante los imprevistos?

¿Qué es lo que podemos hacer cuando sucede un evento externo a nosotros, que irrumpe en nuestras vidas, nos altera y nos afecta en nuestra manera de estar en el mundo?

  1. Atiende a tus emociones. Para y mira a ver qué emociones atraviesas. Saber las emociones básicas –alegría, tristeza, rabia y miedo–nos ayuda a poder nombrarlas y reconocerlas. Ya sabes que no son ni buenas ni malas, nos dan información valiosa, son mensajeros que tienen algo que decirnos. El miedo, por ejemplo, lo podríamos situar en el futuro: solemos tener miedo a lo que pueda pasar, a lo que está por venir…, mientras que la tristeza o la culpa suelen referirse más al pasado, a lo que ya ha sucedido. 

    La euforia también puede alejarte de la serenidad y de la paz, asociada a eventos y circunstancias positivas que te pasan en el día a día: proyectos que te motivan mucho pueden causarte estrés, aceleración y dificultad para conciliar el sueño.
  2. Escucha a tu cuerpo. A veces, lo que no podemos verbalizar con palabras, lo expresamos a través del cuerpo. Si tenemos miedo nos achicamos, corporalmente nos hacemos más pequeños… y podemos llegar a paralizarnos. Otra consecuencia somática es la sensación de frío. Otra vivencia del miedo es la angustia, en forma de opresión en la boca del estómago o en la garganta. Y ojo, porque en muchas ocasiones no es necesario que algo haya ocurrido realmente: los famosos “y si” nos traen muchos quebraderos de cabeza, y está demostrado que, en un porcentaje muy alto, no llega a pasar nada de lo que habíamos imaginado. 
  3. ¿Qué te dices a ti mismo? Escucha también tus pensamientos. El loro que todos llevamos dentro también nos va a dar mucha información, ¡y recordemos que no calla! Frases como: “no voy a ser capaz”, “me van a humillar”, “si no lo consigo no seré valioso”, o “es el fin del mundo”, “qué pasará si me quedo sin casa, sin trabajo, sin amigos”,etc., son verdaderos boicots que nos hacemos a nosotros mismos. Poder parar y reconocer qué te dices y en qué momento, te ayudará a tomar conciencia y a ver cómo te impacta la situación en concreto. 
  4. Una vez que te has permitido parar, y has escuchado tus emociones, tus pensamientos y tu cuerpo, reflexiona sobre lo que sí puedes hacer. Analiza qué es lo que está en tu mano y aquello en lo que de verdad puedes pasar a la acción, y hazlo. 
  5. Pon límites. Estar escuchando una y otra vez en las noticias, en las redes sociales o en las conversaciones de pasillo el mismo tema que nos inquieta, puede llegar a ser contraproducente. Infórmate selectivamente, y una vez te sientas en posesión del conocimiento que buscabas, dale al off y céntrate en aquellos temas que te hacen bien. 
  6. Inspira con el ejemplo. Muchas pequeñas cosas dan como resultado algo muy grande. Todos tenemos a nuestro alcance personas o situaciones que nos inspiran y nos ayudan a seguir remando hacia nuestro destino. Empápate de historias y personas que te aporten valor.
     
  7. Amar, amar, amar. ¿Sabes que lo contrario del miedo es el amor? Permítete vibrar en la energía del amor, porque si pequeñas acciones individuales traen consigo efectos grandes, si todos y cada uno de nosotros, desde nuestros hogares, desde nuestro interior, permitimos amar y ser amados, los resultados serán grandes. 

Y, recuerda, todos atravesamos momentos mejores y peores en nuestra vida y en nuestro día a día, pero cada uno de nosotros tiene la responsabilidad y la libertad de elegir qué hacer con ello. Como dice Jean-Paul Sartre: “Libertad es lo que uno hace con lo que le han hecho”. 

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