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Muchas veces nos marcamos un objetivo, pero no sabemos por dónde empezar. Aprender un nuevo idioma, ponerse en serio con el deporte, cocinar más o llevar una vida más minimalista. En estos casos, es muy útil marcarnos pautas sencillas y asequibles que podamos ir aplicando poco a poco.
Si te preguntas cómo comenzar una vida minimalista, aquí tienes unas cuantas ideas que puedes aplicar fácilmente en tu día a día. Ten en cuenta que puedes ir adaptando y creando tus propios hábitos en función de tu estilo de vida, lo que quieras conseguir, o tus valores. ¿Listo? ¡Vamos allá!
¿Cómo comenzar una vida minimalista?
Marcarnos pautas y objetivos nos ayuda a estar más motivados porque vemos resultados y tenemos un propósito claro. Los hábitos y costumbres que nos acercan a una vida minimalista se basan principalmente en la simplicidad y la libertad.
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Quedarse con lo básico, lo realmente necesario, y deshacerse de todo lo que no nos aporte. Esta es la máxima de un estilo de vida minimalista. Pero vamos a empezar por el principio: no hace falta desechar todas nuestras pertenencias y cambiar radicalmente nuestro estilo de vida. Cualquier persona puede conectar con el minimalismo en mayor o menor medida. Vamos a ver cinco ejemplos de vida minimalista. Seguro que alguno te inspira o te motiva a emprender este camino de simplificación.
El ahorro es minimalismo
La economía tiene mucho que ver con una vida minimalista. Observa tus gastos en detalle, piensa en qué podrías ahorrar, qué es prescindible y qué necesario. Ser consciente de cuáles son esos gastos irracionales y a veces impulsivos es el primer paso para empezar a evitarlos.
Es común que nos influyan las ofertas y las rebajas, pero piensa que solo valdrán realmente la pena si tienes una necesidad. Piénsatelo dos veces antes de adquirir algo nuevo: ¿realmente lo necesito, o solo lo compro porque está más barato? Hacer un ejercicio de reflexión nos ayudará.
Sácale partido a lo que ya tienes
Otro ejemplo de vida minimalista es la regla de las 3 erres: reducir, reciclar y reutilizar tus pertenencias. Sirve para objetos como ropa o muebles, pero también para cosas más cotidianas. Puedes reutilizar botellas o tarros de vidrio para almacenar comida en lugar de comprar tuppers nuevos de plástico.
Dale una segunda vida a ese vestido que no te pones tiñéndolo de otro color, repara esa cámara de fotos que ya no funciona, formatea tu teléfono móvil para tener más espacio y poder seguir utilizándolo.
Y, sobre todo, piensa que si algo funciona o se puede reparar, no tiene sentido sustituirlo por algo nuevo. Cuidar las cosas nos permitirá disfrutarlas durante más tiempo.
Si compras, prioriza la calidad a la cantidad
Al hilo del punto anterior, una de las prioridades de una vida minimalista es disfrutar de nuestras pertenencias durante mucho tiempo y poder darles más de una vida. Así evitamos los desechos y las compras recurrentes.
Ahora bien, para poder utilizar las cosas durante años, es clave adquirir calidad antes que cantidad. En un principio puede resultarnos más caro que otras opciones, pero a la larga ahorrarás en reemplazos.
Como ves, una vida minimalista no se basa en no consumir, sino en consumir conscientemente.
Saca la basura digital
El ordenador, el móvil, y hasta los archivos que tienes en la nube: el correo, el Whatsapp, las aplicaciones de fotos… Seguro que tu mundo digital está a punto de reventar. Limpia tus dispositivos de aplicaciones que no utilices, borra conversaciones, correos y fotos que no quieras conservar, cancela las suscripciones que no te interesen… Hay mil y una formas de limpiar tu basura virtual para simplificar tu día a día y no cargar con cosas (aunque no sean materiales) que no necesitas.
Organiza tu espacio
Para llevar una vida minimalista es importante que haya orden a tu alrededor. Muchas veces acumulamos tantos papeles, objetos o recuerdos con valor sentimental que ni siquiera somos capaces de encontrar algo cuando lo necesitamos.
Ordena y descarta todo aquello que no te aporte ni te sirva, dónalo, regálalo o incluso véndelo. Seguro que otra persona puede darle una segunda vida. Tu casa, tu mesa de trabajo o incluso algo más simple como tu bolso se verá más limpio, más aseado y más útil. Ver las cosas ordenadas, además, aporta una paz mental que seguro que te hace falta.
Recapitulando
Una vida minimalista implica vivir con menos, pero con el objetivo de vivir mejor. Es un lema sencillo y fácil de entender, pero no es tan evidente aplicarlo. Por eso es importante darnos tiempo y permitirnos cometer errores.
Lo importante es hacer progresos poco a poco e ir interiorizando las bases de este estilo de vida tan beneficioso para la paz mental y para el planeta: la sencillez y la libertad. Poseer menos cosas y llevar una vida en orden (tanto en lo material como en nuestra mente) nos hace valorar lo realmente importante.