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Sentirse joven es importante. Así lo dicen varios estudios científicos. Igual puedes pensar al leer estas líneas que es una frivolidad. Porque asociamos juventud con poder, con belleza, con plenitud sexual. Pero sentirse joven significa mucho más que todo esto. Te lo cuento a continuación.
Cada uno de nosotros tiene una edad cronológica. Esta edad cronológica la marca la elasticidad de la piel, la presión arterial, los biomarcadores de la edad… Dependiendo de estas puntuaciones, si la persona puntúa por encima de la media, tiene una edad biológica menor. Y lo mismo a la inversa. Estos datos ofrecen información más física que psicológica.
Pero al margen de estas puntuaciones, hay personas que cuando les preguntas la edad dicen sentirse más jóvenes que su edad cronológica. Y resulta que las personas que dicen sentirse más jóvenes que lo que indica su edad, suelen tener también mejor salud y sentirse psicológicamente más fuertes. Por el contrario, las personas que se perciben más mayores que su edad real tienen más riesgo de hospitalización, demencia y muerte.
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A partir de los 40 años solemos empezar a sentirnos más jóvenes que lo que indica nuestra edad biológica. Y según vamos envejeciendo, esa franja aumenta. Es decir, cuantos más años vas cumpliendo, menos sensación tienes de hacerte mayor. Como si no deseáramos envejecer.
Algunos interesantes estudios sugieren que un estado de ánimo juvenil puede tener un efecto poderoso en nuestra salud mental. En un estudio publicado en la revista Aging & Mental Health se manipuló intencionadamente la información que daban a los mayores sobre sus facultades cognitivas. El estudio describe como un grupo de personas mayores a las que se les dijo que eran más agudas que otras personas de su edad, desempeñaron mejor una tarea de memoria que otras personas.
Las expectativas que trasladamos a la gente influyen poderosamente en cómo se perciben, se sienten y actúan. Que una persona mayor crea que sus funciones cognitivas son mejores que las de otra persona mayor y que solamente ese dato la ayude a sentirse más segura, más capaz y, por ende, con más autonomía y autoestima, es un dato importante de cara al envejecimiento. Tendemos a hacer todo lo contrario con los mayores. Los protegemos, los aleccionamos, los corregimos y los guiamos, en lugar de permitir que potencien sus facultades, tomen decisiones, crean en ellos y se sientan seguros para hacer, pensar y sentir.
Algunas actividades que pueden ayudarte a sentirte joven, fuerte y vital son:
Practica ejercicio físico
La práctica regular de actividad física mejora nuestra salud mental y física. Ayuda a que nuestros músculos estén fuertes, elásticos y ágiles, y esto permite que las personas mantengan su autonomía e independencia. La sensación de “poder solo” es vital a una edad en la que sientes que empiezas a necesitar y depender de los demás.
El ejercicio no solo cuida de tu físico, también cuida y protege tus funciones cognitivas. Memoria, agilidad mental y concentración mejoran con el trabajo de fuerza continuado. Las últimas investigaciones incluso afirman que el trabajo de fuerza en poblaciones de setenta u ochenta años puede revertir el deterioro cognitivo leve.
Cuida tu mente y neuronas, ejercita el cerebro
La neurogénesis es el proceso por el que a través de una célula madre se generan nuevas neuronas. Y estas van ramificándose en el cerebro, generando frondosidad. Cuanto mayor es esa frondosidad, más probabilidad tenemos de mantener un cerebro joven, de generar una reserva cognitiva. Existen numerosas actividades que favorecen esa neurogénesis. La meditación y el ejercicio, pero también todo aquello que obliga a la mente a salir de su zona cómoda, a aprender algo nuevo, a hacer las cosas de forma distinta. Si eres de los que haciendo sudokus todos los días crees que estás cuidando tu mente, siento decirte que tu cerebro se acomoda. Y que necesitas hacer algo distinto, ir variando. Un instrumento, un idioma nuevo, escribir una poesía, leer algo distinto a lo habitual, mantener conversaciones…
No dejes de ser curioso, aprende cosas nuevas
Lo conocido nos facilita la vida. Y a medida que nos hacemos mayores buscamos que nuestra vida sea lo más sencilla, cómoda y tranquila posible. Si de jóvenes salir de la zona confortable y cambiar nuestros hábitos nos cuesta, de mayores todavía nos incomoda más. Pero aprender nuevas rutinas, adquirir nuevos hábitos, ser curioso, dejar que nuestro cerebro esté en tensión positiva, es una forma de mantenerlo activo, despierto y ágil. Haz viajes distintos, prueba nuevos sabores y gastronomías, cocina distinto, aprende algún juego o actividad física diferentes. Plantéatelo como un juego, como un reto, no como algo que tengas que hacer perfecto y en lo que no puedas fallar.
Estate en contacto con gente joven, aprende de su forma de pensar
Las personas de más edad tienen más experiencias respecto a la gente joven, pero no más razón. Las personas jóvenes, nuestros hijos y nietos, tienen una escala de valores distinta, nuevas formas de ver las relaciones, el trabajo, incluso lo que para ellos significa la felicidad o la vida plena. No se trata de que los convenzas de tus razones porque para ti son las correctas, sino de aprender por qué ellos piensan de esa manera, en qué se fundamentan, por qué son esos sus valores, qué les importa e inquieta en esta vida.
Tampoco se trata de que tú cambies de opinión, salvo que otros puntos de vista te parezcan más enriquecedores, sensatos o válidos. Solo se trata de aprender a ver la vida desde otro prisma, de escuchar sin juzgar y sin intentar cambiar a los otros. Mi abuela para esto era una máquina. Le encantaba hablar con nosotros, escuchar, nos contaba cómo pensaba o se comportaba la gente en sus tiempos, y siempre terminaba diciendo: “¡Cuánta libertad tenéis ahora! ¡Quién hubiera pillado esta época!”.
Ponte al día con la tecnología
Muchas personas mayores son reacias a ponerse al día con la tecnología. “Es que ya no tengo edad para eso”, “yo prefiero el teléfono de toda la vida”. Lo cierto es que, si no te pones al día en tecnología, además de perder una oportunidad maravillosa para generar reserva cognitiva a través de la neurogénesis, también te alejas de todo. Te alejas de las personas, de las noticias, de los juegos que agilizan tu mente (tienes un montón de solitarios, sudokus, crucigramas y juegos diversos que retan tu atención y tu memoria). La tecnología puede ser divertida, entretenida y te puede facilitar mucho la vida. Puedes hacer transferencias por ordenador, videollamadas, guardar recetas, estar al día a través de las redes y los podcasts.
Sentirte joven es vital. Estarlo física y mentalmente todavía lo es más. Tenemos prejuicios sobre el envejecimiento, como que dejamos de ser útiles, nos convertimos en una carga para los demás, cada vez nos sentimos en peores condiciones físicas y mentales y la vida se nos apaga. Pero lo cierto es que no todo el mundo llega a mayor sintiéndose mayor. Y la calidad de vida física y emocional de unos y otros difiere en función de sus condiciones físicas y mentales. Así que, estas, hay que cuidarlas como si fueran un tesoro.