Hace unos años el alquiler de cualquier bien no era nada común, incluso muchas veces era más sencillo comprarse un piso que vivir de alquiler. Sin embargo, ahora es fácil encontrar todo tipo de cosas que se alquilan, desde una casa en medio de la montaña para pasar unos días con la familia hasta trajes de boda para ocasiones especiales, incluso teléfonos móviles y dispositivos electrónicos. Pero a la hora de firmar un contrato de alquiler, a veces nos encontramos que no son alquileres al uso o renting, sino un tipo de contratos más conocidos como leasing. A continuación se explica qué es y cuál es la principal diferencia entre leasing y renting.
Qué es el renting y qué es el leasing
El renting es un contrato de arrendamiento durante un periodo de tiempo, normalmente a largo plazo, aunque también existen los contratos de alquiler de corto plazo dependiendo del bien que se alquila. Además, también en función del producto se podrán incluir algunas condiciones en este contrato. Por ejemplo, en el caso del alquiler de un coche te ofrecen unas condiciones y según este acuerdo, se tendrá diferentes características (kilometraje máximo, si los gastos de mantenimiento están incluidos o no, etc).
El leasing, conocido como arrendamiento financiero, es un contrato de alquiler con una duración concreta pero que al terminarse este plazo se ofrece la opción de comprar el bien o renovar el contrato de alquiler. Es el usuario el que tiene que decidir si acepta o rechaza la compra del bien que ha tenido temporalmente arrendado. El leasing se puede dividir en dos tipos: leasing mobiliario (bienes muebles como máquinas, equipos de trabajo, etc.) y leasing inmobiliario (los conocidos bienes inmuebles como locales comerciales, terrenos industriales, etc.). Esta opción está más enfocada en la propiedad que en el bien por sí, ya que posteriormente se decide sobre su situación.
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Principales diferencias entre renting y leasing
Existen diversas características que definen por qué son diferentes estos dos conceptos pero una de las principales y más claras es que el renting es un sistema de arrendamiento, mientras que el leasing es una forma de financiación.
Las condiciones del contrato son una de las diferencias más destacadas. En los casos de renting, la empresa o particular que suministra el bien se hace cargo de los costes que pueda ocasionar la gestión. Por el contrario, en los contratos de leasing, regulados por ley, el usuario que alquila es el que asume cualquier riesgo, derecho u obligación del bien arrendado.
En cuanto a quién puede contratar estos servicios, un particular (ya sea persona física o jurídica) puede contratar el renting sin ningún tipo de impedimento. No obstante, el leasing está destinado en exclusiva a autónomos y empresas.
Al ser una forma de financiación, el contrato de leasing tiene que estar formalizado y firmado a través de una entidad financiera de crédito. A diferencia de este, la formalización del renting se puede llevar a cabo únicamente con el consentimiento mutuo por ambas partes.
Una característica que diferencia el renting y el leasing es que este primero no necesita ningún tipo de inversión inicial. Por su parte, el leasing tampoco necesita un gran compromiso de capital único para poder acceder a él.
Si entramos en tema de fiscalidad, se podrán ver las diferencias que existen entre el leasing y el renting en esta materia, la desgravación de impuestos funciona de manera distinta en los dos casos. A efectos fiscales, el leasing es un sistema de financiación por lo que se incluye dentro del activo inmovilizado y en el pasivo de la empresa.
Por su parte, las cuotas en los casos del renting se entiende que son un gasto más de la persona/empresa en cuestión y se desgravan en la declaración trimestral del IVA. Si los autónomos utilizan alguno de los bienes alquilados para desarrollar su actividad laboral, podrán deducir el 100% de las cuotas de renting en la declaración del IRPF y el 50% del IVA soportado.
¿Qué es lo más conveniente?
Ahora que ya sabemos cuáles son las diferencias entre ambos términos, la pregunta que surge a cualquiera es sobre la conveniencia de cada una. La mayoría de los casos de renting y leasing se da en el sector automovilístico e inmobiliario.
El leasing es una opción acertada para todas aquellas personas que quieran poseer el producto en cuestión una vez termine el contrato inicial. Este primer contrato de arrendamiento temporal beneficia a aquellas empresas (recordemos que un particular no puede acceder a los contratos de leasing) que estén dispuestas a asumir el coste y el riesgo de la propiedad que posteriormente puede que adquieran. En cambio, si como empresa o particular, se desea arrendar un bien o producto durante un periodo corto de tiempo, el renting sería su mejor opción, además de no tener que asumir los posibles riesgos que supone un leasing.
Sin embargo, no se puede determinar si uno de los contratos conviene más que el otro porque ambos tienen ventajas como desventajas a tener en cuenta. Para decidir sobre cuál es mejor, será necesario estudiar cada caso puesto que dependerá de varios factores: si es un particular, empresa o trabajador por cuenta propia; el tipo de bien a adquirir, durante cuánto tiempo querrán alquilarlo y un largo etcétera. Es importante valorar con cuidado los beneficios y costes de cada operación y, si fuera necesario, buscar ayuda de la mano de un profesional financiero previamente a tomar una decisión final.