La basura tecnológica es uno de los problemas más graves a los que se enfrenta la sociedad moderna. ¿Y qué es exactamente? Explicado de forma clara, es el desecho de todo aquello que funciona con electricidad o con baterías. Porque si algo hay que interiorizar para hacer un buen uso de los aparatos electrónicos es el coste para el medio ambiente que significa, y los futuros residuos electrónicos que generan.
Los peligros de la basura electrónica
Si nos paramos a pensar en cuántos aparatos tecnológicos consumimos al año probablemente nos sorprenderemos: televisores, teléfonos móviles, ordenadores, lavadora… Todos estos aparatos electrónicos, que consumimos de forma impulsiva –y a veces irracional–, contienen elementos químicos y electrónicos que generan basura tecnológica, de la que solo se recicla un 20%, según la Unión Internacional de Telecomunicaciones.
Otro informe relevante, el Global E-Waste Monitor 2017, del programa Ciclos Sostenibles de la Universidad de las Naciones Unidas, desvelaba otro dato preocupante: generamos una media de 20 kg de basura electrónica al año, casi un 20% más que hace cuatro años. Ante tanta cantidad de chatarra electrónica acumulada, la pregunta es: ¿qué hacemos con tantos residuos?
La realidad es que muchos acaban en África, en países como Ghana, donde en teoría deben ser reutilizados, o si no reciclados, pero que en muchos casos acaban acumulados en vertederos. Toneladas de aparatos inservibles que lo único que hacen es poner en riesgo la salud de los habitantes locales, además de generar residuos químicos tremendamente dañinos para la salud.
Aluminio, acero, cobre… imaginad montañas de residuos electrónicos que generamos, acumulados en toneladas de chatarra electrónica, por las que caminan miles de personas, la mayoría niños y niñas. Ese es el peligro principal, pero no el único, de hacer un mal uso de los aparatos electrónicos, contribuyendo así a aumentar la cantidad de residuos eléctricos que hay en el mundo.
¿Cómo afecta la basura electrónica?
La basura electrónica genera muchos residuos contaminantes. Entre los elementos nocivos que genera está el plomo, que se acumula en el organismo y afecta al hígado y al cerebro, entre otras partes del cuerpo. Pero eso no es todo: hierro, acero, plástico… en los aparatos electrónicos conviven más de 200 componentes, entre ellos el mercurio, que afecta al sistema nervioso, o el arsénico, un producto cancerígeno.
Es por ello que debemos hacer un esfuerzo por conocer qué es la basura electrónica y las graves consecuencias que puede tener para el medio ambiente y para nuestro organismo, además de las soluciones y acciones que podemos llevar a cabo para aspirar a un mundo más sostenible, reduciendo el impacto de los residuos electrónicos que generamos.
¿Qué soluciones se plantean?
Todos usamos aparatos electrónicos que generan basura electrónica, y dejarlos de utilizar sería imposible o muy complicado hoy en día. Así pues, lo mejor que podemos hacer es plantearnos qué hacemos con ellos y qué uso les damos, y sobre todo, tener solo los que sean necesarios.
Los aparatos electrónicos pasan de moda, pero no por ello dejan de ser válidos. Es importante ser consciente de que aunque tengamos un aparato nuevo y más moderno, como por ejemplo un smartphone nuevo, no debemos desechar el antiguo simplemente porque ya no esté de moda. Siempre podemos regalárselo a un amigo o familiar que lo necesite, y en el caso de que no lo queramos, podemos donarlo a plataformas como Teloreciclo, un interesante proyecto de reciclaje integrador de móviles.
En el caso de una lavadora, nevera, microondas o secadora, podemos llevarlo al punto de venta de estos aparatos eléctricos, ya que allí os ofrecerán (deben hacerlo por ley) quedarse el aparato para reciclarlo o usar de nuevo sus componentes para futuros ejemplares.
Por último, si hemos decidido deshacernos del aparato y queremos que se haga un buen uso de los residuos electrónicos que genera, podemos consultar la red de Puntos de Recogida de aparatos electrónicos de España y reciclar correctamente nuestros aparatos electrónicos.