Un día 13 de abril se batió el récord del mundo del beso más largo. Lo protagonizó una pareja tailandesa: 58 horas, 35 minutos y 58 segundos de beso. ¡Qué digo yo que de aire no se alimenta el hombre, pero tampoco de besos! Si es que hay personas que con tal de batir un récord dejan de comer, de dormir, de beber y casi desfallecen. Por eso el 13 de abril quedó registrado como el día Internacional del Beso.
Al resto de los mortales (esta pareja tailandesa no entra en la categoría porque deben tener superpoderes para poder besarse tanto rato), nos viene muy bien el día para recordar los beneficios de besarse, a ser posible, con un poco más de mesura y moderación.
Existen muchísimos tipos de besos, desde el beso apasionado de película de galán americana, al beso que damos en las relaciones informales a aquellas personas a las que apreciamos. España es uno de los países en los que más se besa en casi todos los tipos de vínculos. Las personas incluso se besan a modo de saludo en el ámbito profesional, lo que sería imposible en otras culturas. El beso es contacto, cercanía, aprecio, inclusión, amabilidad, naturalidad, espontaneidad. Y, además, una fuente de placer y beneficios.
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Besarse nos acerca de forma tierna a los otros. Ayuda a tener relaciones cálidas, amigables, de confianza. Es un acto de cercanía. Un saludo basado en dos besos nos acerca emocionalmente a la persona. Es más complicado discutir, reprochar o mal interpretar después de haberte dado dos besos. Esos dos besos nos predisponen de forma positiva en la relación.
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Los actos de amor como besarse, acariciarse o abrazarse son una fuente de salud física y emocional. Liberan neurotransmisores como serotonina, endorfinas y dopamina, reguladores de nuestras emociones positivas y de nuestro bienestar.
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No solo mejora el nivel de bienestar, sino que reduce el estrés. Esos mismos neurotransmisores están implicados en la respuesta ansiedad y en la de dolor. Besarse es como hacer deporte, que enseguida te sientes bien. Pero ojo, ¡no vale sustituir una acción por otra! No son excluyentes. Si besas y corres, lo bordas.
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Besar baja nuestra tensión arterial. Andréa Demirjian, autora del libro “Kissing: Everything You Ever Wanted to Know about One of Life’s Sweetest Pleasures”, afirma que besar dilata los vasos sanguíneos y acelera el latido del corazón. Con un beso se activan hasta unos 30 músculos faciales.
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Los besos reconcilian. Darse un beso después de discutir es la mejor manera de poner un final sincero a una discusión. Las parejas que después de discutir se guardan rencor o dejan la carpeta abierta, son incapaces de tener la cercanía de un beso. Como diría Octavio Paz, “un mundo nace cuando dos se besan”.
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Los besos potencian las relaciones sexuales. Un beso es el preludio, estimula y excita. En el caso de las mujeres, los besos, parte fundamental de los preliminares, ayudan a que el deseo hacia la pareja sea mayor, según afirma un estudio de Universidad de Albany. Tiene más de ralentí. Las caricias, los comentarios al oído, besarse con ganas, pueden ser la mejor manera de despertar el deseo y la pasión.
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El beso es comunicación. “En un beso, sabrás todo lo que he callado”, Pablo Neruda. ¿Cuánto amor, cuánta pasión, cuánta ternura puedes expresar con un beso cuando se quedan cortas las palabras?
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Ayudan a tomar decisiones sobre la idoneidad de la pareja. Besar sería como hacer una selección natural de la especie. Algunos estudios sobre los besos afirman que, por un lado, el intercambio de saliva permite tener información sobre el código genético y conocer así cuánto de compatibles somos, como también ocurre con las feromonas y el olor. Pero, además, la manera en cómo te sientes besado determina la decisión de seguir con esa pareja. Igual que en el trabajo el apretón de manos nos da información sobre la persona con la que estamos haciendo un trato, “un mal beso” o un “beso de infarto” puede ser un punto negativo o positivo para comprometerte con una relación. Si no quieres que tu beso sea determinante en el rechazo, no muerdas, no seas demasiado impulsivo, lávate los dientes, cierra los ojos, y déjate ir. Y recuerda, no se besa solo en la boca.
El deseo de besar tiene nombre propio: filemamanía. A lo largo de nuestras vidas pasaremos dos semanas besándonos. Yo soy de besar. Aunque no seas mi amigo, a mí, si me ves por la calle, por favor dame dos besos.