Julio es un mes, cuando menos, para bajar el ritmo. Muchas personas están de vacaciones y las que siguen trabajando suelen cambiar al horario de jornada intensiva. Así que julio nos ofrece un poquito más de tiempo. Pero, ¿qué hacer con él? Tener tiempo y no saber cómo aprovecharlo es como no tenerlo. Para aprovechar el tiempo necesitas desconectar. Significa estar en off para lo que hacías hasta ahora, como es el trabajo o los estudios, por lo menos durante las horas en las que no estás trabajando o estudiando, y estar en on para vivir el presente y poder disfrutar de ese regalo que es tu tiempo.
Off de:
- Dispositivos electrónicos. Teléfono, redes sociales, ordenador, tablet, sobre todo lo que tiene que ver con el trabajo. Es difícil desconectar si esperas un correo del trabajo. Tu mente estará esperando la entrada del correo, y no será capaz de disfrutar de otra cosa.
- Llamadas del trabajo o las que te quiten paz interior. Salvo que sea algo verdaderamente urgente. Un criterio para saber si algo es verdaderamente urgente es que nadie más lo pueda resolver salvo tú y que necesite resolverse en ese mismo instante. No solo nos restan energía las llamadas de clientes o de la oficina, también están las de los conflictos familiares que parece que haya que resolver al momento, por el interés del otro, a pesar de que nada puedas hacer tú por solucionarlo. Pon un límite y silencia este tipo de llamadas.
- Tomar alcohol, drogas o medicación que te hagan sentir de forma diferente. Con esto te estarías engañando, evitando artificialmente un estado de ánimo que no deseas vivir, pero te servirá de poco. Ya que en cuanto se pase el efecto, volverás a estar conectado con lo que no deseas.
- Personas tóxicas. Tanto en el trabajo como en nuestra vida personal tenemos personas alrededor que nos quitan más energía de la que nos aportan. Durante los momentos de relax y las vacaciones, distánciate de ellas. Hay veces que durante el trabajo no puedes hacerlo porque los tienes como compañeros, pero ahora es el momento de buscar temas positivos de conversación, risas, buenas noticias y gente que te cuente lo bien que le va la vida y lo a gusto que se siente con lo que tiene.
- La actitud quejica. El agotamiento del ritmo de todo el año nos hace desfallecer, sentimos fatiga, y ese propio cansancio nos lleva a estar más pendientes de lo que nos agota que de lo que nos hace disfrutar. “Estoy cansado, me duele esto, no llego a nada, no tengo tiempo para mí, estoy muerto, uf, qué ganas de vacaciones”, éstas son las frases que, sin darnos a veces cuenta, repetimos a diario cientos de veces, y las contagiamos. Apaga durante estos días este discurso. Te sienta mal a ti y a los que te rodean.
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On de:
- Dejar todo cerrado. Es difícil conectar con el presente y disfrutar de él si has postergado responsabilidades.
- Realizar actividades que te conectan contigo. Una ducha, practicar meditación, relajación, caminar de forma relajada, escuchar música, hacer manualidades, cocinar.
- Meditar. Olvida la idea de meditación con ese halo de misterio, incienso y luz de velas. La meditación puede ser un acto formal en el que dedicas unos minutos a centrar tu atención en cómo respiras, o incluso un acto más informal en el que pones los cinco sentidos en lo que estás haciendo, en el aquí y en el ahora.
- Rodéate de personas que no ves durante otros momentos del año. Amigos de otras ciudades, gente de fuera del trabajo, que comparta contigo otras experiencias, otras formas de pensar. Atrévete incluso a apuntarte a actividades en las que puedas conocer personas distintas e interesantes para ti. Enriquecerá tus relaciones personales y tus puntos de vista.
- Realiza actividades distintas. Es el momento de innovar, de probar. Si sales de tu zona confortable es como si resetearas el cerebro. Te obliga a pensar en otros términos, y esto supone prestar más atención a lo nuevo, despertar tu curiosidad y aprender. Aprender mantiene tu cerebro joven.
Y recuerda: cuidarse hoy es una inversión de futuro.
Ahora respira, respira hondo, y… ¡FELICES VACACIONES!