Más casos pero menos mortalidad. Este sería el titular sobre la incidencia del cáncer en España, una enfermedad muy presente en nuestro día a día que hoy, Día Mundial del Cáncer, toma más protagonismo. Es difícil encontrar a alguien que no haya tenido ningún tipo de contacto con esta enfermedad, ya sea como afectado o como persona cercana a un enfermo.
La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) calcula que este 2015 se registrarán 227.076 nuevos casos, una cifra que lleva años ascendiendo. Pero la otra cara de la moneda es optimista: un tercio de todos los cánceres tienen actualmente una supervivencia por encima del 80%. Y esta cifra, por suerte, también sigue creciendo gracias a los avances en diagnóstico precoz y en terapias más eficaces, según apunta el informe anual de la SEOM.
La batalla contra el cáncer es una lucha compartida por el enfermo, sus familiares y sus amigos. Una lucha que puede hacerse más llevadera si se tienen en cuenta consejos de los profesionales en oncología para vivir el proceso de la mejor manera posible.
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“No hay una manera ni mejor ni peor de afrontar el proceso que se deriva de una enfermedad oncológica”, dice Ainhoa Marín Gómez, psicooncóloga de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Barcelona. “Es más, me atrevo a decir que hay tantas maneras como personas enfermas”. Esta infinidad de formas de afrontar la enfermedad depende de muchos factores que no solo son médicos, sino también personales y socio-económicos. Pero todos, dice Marín, parten de una base evidente. Afrontar un diagnóstico de cáncer, a priori, no es fácil. Esta profesional da una serie de advertencias muy útiles para relativizar la batalla en la medida de lo posible.
Un cambio brusco pero una adaptación rápida
“En un primer momento, la persona experimenta una serie de respuestas emocionales que tienen que ver con la vivencia de la pérdida de salud, que coloca a la persona en un nuevo rol donde se siente vulnerable y, por lo tanto, necesitará un tiempo (corto) para poder recolocarse y empezar a afrontar”, explica. Subraya especialmente este detalle: el período es corto. “Cuando han pasado las reacciones iniciales, la mayoría de las personas son capaces de afrontar la situación mucho mejor de lo que pensaban a priori”, añade. “Si tiene un buen apoyo y compañía hasta el final del proceso, el camino será más llevadero”.
Uno de los elementos más importantes es, según la psicooncóloga, que la persona sienta que tiene recursos para poderlo afrontar. Aunque la salud no depende del enfermo, hay aspectos que si podrá controlar. “Buscar recursos para paliar los efectos de la quimioterapia (en la nutrición o en complementos vitamínicos, por ejemplo), practicar algún tipo de relajación para poder controlar momentos de angustia que puedan aparecer, pensar como quiere organizarse los días durante el período de tratamiento, buscar alguna actividad que le guste mucho (y que pueda hacer) para intentar desconectar de la enfermedad”, son algunos de los ejemplos que pone Marín. “Cualquier recurso que ayude a mejorar el bienestar emocional y, por lo tanto, la calidad de vida, será válido para poder afrontarlo de modo más adaptativo. No todos los recursos son útiles para todo el mundo, cada cual tiene que buscar los suyos”.
Darse permiso para expresar las emociones
“Será importante en este proceso que la persona no deje pasar lo que está sintiendo”. Dice Marín que todas las emociones tienen su función y que, por lo tanto, no hay ni buenas ni malas, “todas son necesarias”. “Es importante no juzgarse ante las reacciones emocionales que puedan parecer raras o desconocidas”, añade. “El proceso oncológico es una vivencia del sufrimiento nueva y las reacciones que puedan aparecer también pueden ser nuevas para la persona que las sufre”.
Acompañar, cerca o en la distancia
“Es esencial que la persona se sienta acompañada de las personas que ama”. No sentirse solo es de gran ayuda, pero matiza Marín que, cuando hablamos de acompañar no nos estamos refiriendo solo a una presencia física sino a “ponerse a disposición, poder escuchar las preocupaciones, permitir la emoción del otro y no juzgar los comportamientos”. En definitiva, estar en sintonía con el enfermo, ya sea cerca o lejos.
Destaca Marín que el paso por la enfermedad es un viaje familiar, que afecta a todos sus miembros. “La familia se convierte en protagonista no solo como agente facilitador sino como un grupo de personas que tendrán necesidades psicológicas específicas que requieren de apoyo especializado”. Es en este sentido que subraya la necesidad de una comunicación abierta, clara y sincera entre paciente y familia.
El poder de la auto superación
“La experiencia nos dice que en momentos de sufrimiento emocional intenso donde la lucha por la vida entra en juego, las personas consiguen sacar fuerzas para superarse a sí mismas”, dice la psicooncóloga. Ana, una paciente de 45 años que ha superado la enfermedad, reconoce que “aunque ha habido momentos difíciles, he sido capaz de afrontarlo, pensaba que me costaría más”.
Marín apunta que “la experiencia oncológica sacude la parte más interna del ser humano, es por eso que se convierte en una vivencia muy personal y profunda, que hace necesario el compartirla y que, en la mayoría de casos, termina siendo transformadora”. En este sentido, Joan, de 52 años, dice: “Ya me he dejado de preocupar por ciertas cosas, ahora lo relativizo todo, miro de otra manera”. María, de 45, añade: “Yo ya no quiero llevar la vida que llevaba antes de la enfermedad, quiero dedicar el tiempo a cosas que creo que merecen la pena”.