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Muchos ejemplos de edadismo pasan desapercibidos: en la calle, en el transporte público o incluso en el hogar. Se traduce en la falta de representación en los medios, el trato condescendiente y la subestimación de las capacidades de las personas mayores, olvidando su experiencia, sabiduría e historia viva.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el edadismo afecta la salud, el bienestar y los derechos de las personas, conduciendo al aislamiento social y a una peor calidad de vida. En España, un 40% de la población afirma haber experimentado discriminación por edad en ámbitos como la salud, el trabajo y la tecnología.
Lo vemos todos los días, la pregunta está en si realmente somos conscientes del edadismo y los ejemplos concretos de los que podemos ser partícipes en nuestra vida cotidiana.
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Ejemplos de qué es el edadismo
“No podemos permitir que los estereotipos basados en la edad, los prejuicios y la discriminación limiten las oportunidades de asegurar la salud, el bienestar y la dignidad de las personas”, destacó Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
La edad es una de las primeras cosas que observamos en otras personas, por ello el edadismo se refiere a los estereotipos (cómo pensamos), los prejuicios (cómo nos sentimos) y la discriminación (cómo actuamos) hacia las personas en función de su edad.
La discriminación por edad tiene consecuencias graves para la salud, el bienestar y los derechos humanos de las personas, tal y como señala OMS. En nuestro día a día este fenómeno puede manifestarse de diversas formas pero la OMS lo clasifica en tres ejemplos claros: edadismo institucional, interpersonal y autoinfligido.
Edadismo institucional
Este tipo de discriminación se da a nivel estructural, cuando las políticas, normas y prácticas de las instituciones excluyen o marginan a las personas mayores.
- En el ámbito laboral, las ofertas de empleo que limitan la edad máxima para aplicar o prefieren «perfiles jóvenes y dinámicos».
- La dificultad para acceder a servicios digitales básicos, como la banca online o la cita médica, sin alternativas presenciales o telefónicas adaptadas.
- La falta de programas formativos para mayores en entornos laborales o educativos.
Edadismo interpersonal
Se manifiesta en las interacciones cotidianas entre personas, ya sea de forma intencional o no.
- Comentarios como «¿Vas a poder con esta tecnología?» o «Ya estás mayor para tanto ajetreo».
- Hablar en tono infantilizado o paternalista, como si la edad restara capacidad de comprensión.
- Excluir a una persona mayor de actividades sociales, laborales o recreativas por considerarla «fuera de lugar».
Edadismo autoinfligido
Cuando la propia persona internaliza estereotipos negativos y limita sus propias acciones y aspiraciones.
- No inscribirse a un curso de tecnología porque «ya no estoy para aprender esas cosas».
- Evitar actividades físicas o recreativas por pensar que «no son para su edad».
- Rechazar oportunidades laborales o sociales por creer que ya no están capacitados.
Otros ejemplos de edadismo
Entre los ejemplos más comunes de edadismo en la vida cotidiana están desde los comentarios despectivos sobre la apariencia de las personas mayores hasta barreras estructurales que dificultan la participación de los adultos mayores en la vida social, laboral o económica.
Pero donde más se agrava este fenómeno, demasiado a menudo, es en el ámbito laboral, donde al llegar a cierta edad las personas se enfrentan a muchas dificultades tanto para encontrar trabajo como para sentirse valorados en el ámbito profesional.
No podemos permitir que los estereotipos basados en la edad, los prejuicios y la discriminación limiten las oportunidades de asegurar la salud, el bienestar y la dignidad de las personas.
El edadismo: ejemplos en la vida cotidiana ¿cómo detectarlos y evitarlos?
El edadismo es más común de lo que imaginamos, a menudo está tan normalizado que ni siquiera lo percibimos ni lo notamos como algo que afecta negativamente a las personas de nuestro alrededor, incluso de nuestra familia.
Discriminación en el lugar de trabajo
Entre los ejemplos de edadismo más claros y excesivos está la discriminación en el lugar de trabajo.
“Queremos incorporar a alguien más jóven, más despierto, con ganas de aprender”, “¿Vas a saber cómo arrancar este proceso?”, “ya estás mayor para tanta responsabilidad”, “No estás al día”, todos ellos son comentarios comunes y reales en entornos laborales que no solo discriminan la edad de los compañeros o empleados, sino que estigmatizan a la persona, su valor, sus conocimientos y sus habilidades debido a su edad.
El lenguaje y la intención
El lenguaje y la intención con la que nos dirigimos hacia las personas es otro ejemplo claro de edadismo en la vida cotidiana.
Ciertos comentarios o maneras de relacionarse con una persona mayor o adulta les descalifican, les señalan como ignorantes o les atribuyen menos valor o capacidades de las que en realidad tienen. Son actitudes sutiles, casi imperceptibles. Para detectar esas palabras y expresiones discriminatorias que fomentan el edadismo, la Fundación “la Caixa” tomó la iniciativa de crear un glosario sobre edadismo.
Nuevas tecnologías
Otro ejemplo de edadismo es creer que las personas mayores no están interesadas o son incapaces de aprender sobre nuevas tecnologías.
Damos por sentado que no saben desenvolverse en el mundo digital y en realidad de esta forma les negamos la oportunidad de demostrarlo y de mejorar. De hecho, la sobreprotección se considera otro ejemplo edadista que, pese a ser bienintencionada, les señala como incapaces o como personas no adultas.
Entretenimiento y el ocio
Del mismo modo que ocurre en las tecnologías, la disciminación a las personas mayores en el entretenimiento y el ocio es más que palpable.
A menudo, se asume que no tienen interés en temas actuales o en nuevas formas de entretenimiento, como las redes sociales. Este tipo de actitud excluye a los adultos mayores de participar plenamente en la vida social y cultural, promoviendo la idea de que «ya no están en edad para esas cosas”.
La industria de la moda y los medios de comunicación
La industria de la moda y los medios de comunicación también presentan una visión distorsionada de la vejez, mostrando a las personas mayores como frágiles, desactualizadas o fuera de lugar.
En muchas campañas publicitarias y películas, las personas mayores son invisibles o son representadas como personajes cómicos o débiles, lo que refuerza los estereotipos negativos. Aunque es cierto que poco a poco se han ido integrando otras figuras más representativas e inspiradoras.
¿Cómo evitar el edadismo y repetir estos ejemplos?
Combatir el edadismo es un esfuerzo colectivo que comienza por reconocer estas actitudes y promover la inclusión:
- Revisar el lenguaje: evitar expresiones despectivas o paternalistas, como «abuelito» o «viejo».
- Promover entornos accesibles: asegurarse de que los servicios y tecnologías sean comprensibles y usables para todos.
- Fomentar el diálogo intergeneracional: crear espacios donde personas de diferentes edades compartan experiencias y aprendizajes.
- Visibilizar el valor de la experiencia: destacar en medios y entornos laborales el papel activo y productivo de las personas mayores.
Conclusión
El edadismo es una forma de discriminación que, aunque a menudo pasa desapercibida, tiene un impacto real en la vida de muchas personas, especialmente en los adultos mayores. Desde estereotipos en el lugar de trabajo hasta actitudes paternalistas o la exclusión de las personas mayores en el ámbito digital, el edadismo está presente en diversos aspectos de nuestra vida cotidiana.
Es fundamental reconocer estos ejemplos para poder combatirlos y crear una sociedad más inclusiva y respetuosa con todas las edades. Todos debemos contribuir a erradicar el edadismo y construir un entorno en el que cada persona, sin importar su edad, pueda tener las mismas oportunidades de participar plenamente en la sociedad.