Aprender a aprender y a estudiar es vital. Las personas estamos aprendiendo cada segundo de nuestra vida, ya sea de manera informal o formal. Aprender mantiene el cerebro joven. Genera incluso reserva cognitiva. Nunca se deja de aprender.
A muchos estudiantes les cuesta concentrarse, estar atentos y memorizar. Y es que la tecnología tampoco sirve de ayuda. Tantos estímulos distractores no ayudan en el proceso de aprendizaje. Hoy te presento una serie de consejos que pueden ayudarte a facilitarte el estudio, tengas la edad que tengas.
Las expectativas que tienes sobre tu capacidad de aprendizaje influyen en el propio aprendizaje. Cuando uno espera poco de sí mismo o se ve menos capaz, al final termina por caer en la profecía autocumplida. Verbalizaciones como “no voy a poder superar este examen” y “hay personas mucho más preparadas que yo” merman tu confianza. Y te llevan a centrarte en las dificultades.
¿Quieres saber cómo afrontar la ruta de tu vida? ¡Descúbrelo!
La variedad de estudio ayuda a aprender: leer, escuchar, subrayar, hablar en voz alta, poner títulos, imaginar historias… No te centres solo en subrayar, leer y repetir, leer y repetir, leer y repetir. El cerebro se engancha con la novedad: si siempre estudias de la misma manera, dejará de ser atractivo para tu cerebro y se despistará con más facilidad.
Los esquemas y resúmenes son fundamentales. Fomentan la comprensión de la materia estudiada y la capacidad de síntesis. Y el hecho de expresar con tus palabras el contenido a estudiar es parte del aprendizaje significativo. Comprender lo que estudias es vital para memorizar.
Aprender a discriminar lo importante de lo que no lo es, te facilitará mucho el momento de estudio. No se puede subrayar todo sin filtrar. Te sugiero que hagas una lectura detenida de lo que vas a estudiar. Así no pierdes el tiempo, sino todo lo contrario. Permite discernir entre lo que es importante y lo que no.
El hecho de relacionar la información, hacer conexiones, ayuda a memorizar. En mis sesiones de psicología deportiva en el fútbol de alto rendimiento trasladaba conceptos psicológicos a los jugadores, como la idea de entrenar la actitud, utilizando el ejemplo de las leyes de Newton. Me parecía divertido y curioso relacionar conceptos y utilizar símbolos y metáforas que les ayudaran a entender mejor la psicología. Se pueden emplear conceptos de distintas materias. La idea es que no tengas datos aislados en tu mente o un saco lleno de conceptos e ideas, sino que le des un sentido, que lo vincules, aunque la relación que establezcas sea pura fantasía, un cuento para ti.
La motivación intrínseca por el estudio y el conocimiento, es decir, el interés propio y la curiosidad por aprender, facilitan el estudio mucho más que la motivación extrínseca, como son los premios o el reconocimiento. Es importante que el estudiante encuentre su para qué y por qué.
Recordamos mejor lo que desencadena emociones y sentimientos debido a que el hipocampo está en estrecha colaboración con nuestra amígdala. La amígdala es nuestro centro emocional, da significado emocional a todo lo que vivimos en la vida. Aparentemente, ver un perro no tendría por qué generar una emoción, salvo que ames a los perros y entonces desencadenes amor y compasión, o que por el contrario les tengas pavor. La amígdala dará significado al hecho de ver un perro y mandará esa información al hipocampo, que recordará esa experiencia asociada a la emoción que te generó. En este sentido, es importante dotar de emociones aquello que estudiamos. Podemos relacionarlo con situaciones personales o visualizar e imaginar una historia que le dé vida.
Hace falta repetición para memorizar o crear un nuevo hábito. El aprendizaje significativo, entender lo que estás aprendiendo, no es suficiente para que se genere el aprendizaje. Por ejemplo, en el deporte necesitas repetir, repetir y repetir una misma ejecución hasta que tu cerebro aprende y guarda ese patrón nuevo de movimiento.
Visualizar también favorece el aprendizaje porque simula en tu mente aquello que quieres reproducir o aprender. Visualizar no te ayudará a memorizar una fórmula física, pero sí permitirá imaginar cómo te presentas al examen oral, cómo lo realizas, cómo manejas los tiempos, tus emociones, de tal forma que guardes en la mente esa experiencia vivida. Al cerebro le basta imaginar la situación para generar conexiones reales de la actividad visualizada. Es como si lo estuviera viviendo de forma real y, con ello, guarda en la memoria lo que tú has representado mentalmente. Cada experiencia imaginada es para la mente una experiencia real. Es muy sencillo aprender y entrenar habilidades como las deportivas, artísticas, profesionales, o emocionales, a través de la imaginación.
Consigue que tu experiencia de aprender sea atractiva y divertida, ya que los estados emocionales positivos favorecen el aprendizaje. Utiliza colores, bolígrafos bonitos, ponte velas, estudia en un ambiente en el que apetezca estar, etc.
Cuéntale a alguien, a tu mascota o un oso de peluche, lo que has aprendido con tus palabras. Y deja que también te pregunten, aunque seas tú mismo quien se formula las preguntas. Imagínate hablando con tu erizo de peluche y diciéndole: “Ah, ¿quieres saber cómo se analiza sintácticamente una frase? No te preocupes, ahora te lo explico”. Y, a continuación, le explicas la sintaxis. Esta experiencia es mucho más divertida que mirar a la pared o el corcho que tienes delante cuando estás sentado en tu mesa de estudio y repetir las reglas de la sintaxis.
Planifica tus estudios como se planifica una maratón. Un corredor no sale a correr 42 kilómetros, sale a correr cinco, y después otros cinco, y después de esos diez, otros cinco. Si pensara que tiene que correr 42 kilómetros de entrada, igual se agobiaría y se vendría abajo. La idea de establecer pequeñas metas ayuda a motivarte. Ponte un tema o una teoría o un autor, y una vez cumplido tu objetivo, decide si sigues con más o si ya lo retomarás en la siguiente sesión de estudio.
Ponte tiempos. Los tiempos facilitan que el cerebro esté más atento y concentrado. Cuando te sientas a estudiar y sabes que dispones de todo el tiempo del mundo, la mente puede dispersarse. Total, si tiene todo el tiempo para volver a concentrarse. En cambio, cuando estableces con firmeza que solo le dedicarás una hora o el tiempo que tú decidas a un apartado, la mente sabe que únicamente tiene una hora, y esa pequeña presión ayuda a meterse de lleno en la tarea.
Las prácticas de meditación diarias, aunque sean poquitos minutos, entrenan la mente a estar en una sola cosa, a estar más presente y focalizada en la actividad. La meditación aporta quietud y estar pendiente de una sola cosa. Con ello conseguirás atender y concentrarte más.
¿Estudiar con música o sin música? Depende de la personalidad y del contenido. Se pueden realizar actividades con música, como manualidades, escribir o dibujar, ya que no requieren del proceso de memorización. Pero, indudablemente, la música es un distractor. Y si contiene letras de canciones, aún distrae más que la meramente instrumental. Diferentes estudios afirman que a las personas extrovertidas se les da mejor compaginar la música con los estudios o actividades que a las personas introvertidas.
Querido y querida estudiante, espero que estos consejos te faciliten estudiar. A veces puede parecer una tarea tediosa, algo por lo que hay que pasar para conseguir un objetivo. Pero sería genial poder disfrutar un poco más del propio proceso, sin estar angustiado por llegar a la meta.