El arqueólogo Jean-Hippolyte Michon dijo en el siglo XIX: «La escritura es el relieve visible del pensamiento». El tiempo le ha dado la razón y doscientos años después, está afirmación sigue más que viva. “La escritura refleja la personalidad del que escribe. Hay una conexión directa entre el acto escritural y el cerebro que la hace posible, es por ello que decimos que no escribe la mano, escribe el cerebro; y puesto que no hay dos personas iguales, no es posible encontrar dos escrituras iguales”, explica Luz Marina Díaz-Flores Martín de Ruedas, psicóloga, grafóloga y perito calígrafo de la Asociación Grafopsicológica de España.
Es tal la conexión entre la “mano” y el “cerebro”, que incluso nuestras letras reflejan el momento vital en el que nos encontramos: “Nuestra escritura cambia a lo largo de nuestra vida. Esos cambios gráficos son una muestra de la evolución personal. Toda experiencia nos modifica, toca algo de nuestro mundo interior, y eso se ve reflejado en el escrito”, revela la grafóloga.
Así pues, un nuevo trabajo, la llegada de un hijo, la jubilación… son cambios que pueden quedar reflejados en nuestra escritura sin apenas darnos cuenta: “Ocurre de manera involuntaria. Al existir ese cambio interior, vemos su efecto en el contexto gráfico”, explica Luz Marina.
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Te proponemos un ejercicio para que tú mismo puedas hacer la prueba de esta evolución. Coge un texto de diferentes etapas de tu vida y compara las diferencias entre ellos. El cruce la de la letra T, los rabillos al final de cada carácter, la inclinación y separación de las palabras, la redondez de la letra O… Detrás de cada diferencia hay un significado de tu evolución personal. “La grafología es una herramienta muy útil para conocer al ser humano en el aquí y en el ahora”, añade la grafóloga.
Interpretar un manuscrito no es cosa fácil. Desde la Asociación Grafopsicológica de España nos advierten de que para comprender a la persona que escribe hay que tener en cuenta la combinación de diversos factores, como podrían ser la ocupación del espacio, el predominio del blanco-negro, el tamaño, la inclinación, la forma de las letras, la cohesión o la presión.
Éstas son algunas de las claves, según Luz Marina Díaz-Flores, para leer un texto escrito a mano y desvelar rasgos de la personalidad de la persona que lo ha redactado:
La inclinación: Este detalle nos indica hacia donde se proyecta la emocionalidad del sujeto. “Si es inclinada a la derecha, la persona necesita contacto. En cambio, la inclinación invertida –hacia la izquierda- nos da frialdad, prudencia y desconfianza”, concreta la grafóloga. Y agrega: “Las personas que presentan esta inclinación son más selectivas en cuanto a contactos y amistades”.
Uso de mayúsculas:Si el redactor usa de manera habitual las mayúsculas para escribir textos completos significa que no quiere dejarse conocer, se oculta tras una máscara. Es decir, la persona no desea ser descubierta en su yo más íntimo.
La forma del punto de la “I”: Aquellas personas que hacen el punto de la letra “i” de forma esférica, por ejemplo, demuestran que engrandecen sus preocupaciones u obsesiones. “Lo vemos con frecuencia en la adolescencia, en muchas ocasiones se toma como moda o copiaporque estéticamente gusta, pero no hay que olvidar su sentido real, si es que además se mantiene en otros períodos de la vida”, explica Luz Marina.
Son muchos los elementos a tener en cuenta a la hora de interpretar un manuscrito. A modo de ejemplo, la Asociación Grafopsicológica de España comparte el análisis de la letra de tres personajes muy conocidos: Pedro Almodóvar, Sigmund Freud y Vladimir Putin:
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Decía la escritora Matilde Ras que “la escritura es el espejo encantado en el que se refleja la faz misteriosa del alma”. Es por ello que podemos afirmar que la grafología es una herramienta muy útil para conocer al ser humano en el momento concreto de su vida.