¿Existe un denominador común que explique la longevidad en determinados puntos del planeta? ¿Qué lecciones pueden extraerse para los países desarrollados de los lugares con mayor esperanza de vida? ¿Hay que invertir más en hospitales para que los habitantes de una comunidad tengan una vida más larga y sana? La respuesta a estas preguntas la tiene el investigador y divulgador estadounidense Dan Buettner, responsable de Blue Zones, el proyecto que le ha llevado a lo largo de la última década a estudiar aquellas comunidades de la Tierra con mayor esperanza de vida.
Vayamos por partes. Primero, ¿cuáles son las denominadas blue zones, las áreas más longevas del mundo? Son Okinawa, en Japón; Salinus, en Cerdeña; Nicoya, en Costa Rica; Icaria, en Grecia; y Loma Linda, en California. Segundo, ¿cuáles son los puntos en común de las zonas más longevas? Según las conclusiones extraídas de la investigación de Buettner, los habitantes de las zonas con mayor esperanza de vida comparten cinco hábitos:
1.- No fuman
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2.- Reducen al mínimo el consumo de carne y tienen una dieta basada en vegetales
3.- Sus ciudadanos caminan a todas partes y realizan actividades físicas con regularidad
4.- Sus relaciones sociales son estables, periódicas y continuadas
5.- Su núcleo familiar permanece unido.
Además, en Salinus existen dos puntos más que se deben añadir a la lista, según Buettner. Por un lado, beben vino tinto; por el otro, las mujeres están a cargo de la economía familiar. Asimismo, en Okinawa, que según la OMS es donde se encuentra el grupo de población más longevo y menos enfermo del mundo, evitar las prisas y realizar toda actividad con un propósito claro son dos características extra para añadir a la lista.
Ahora bien, ¿cuál es el objetivo del proyecto Blue Zones? Buettner pretende trasladar los hábitos saludables de las comunidades con mayor esperanza y calidad de vida a diferentes zonas de Estados Unidos, un país con una inversión médica por habitante siete veces superior, por ejemplo, a Costa Rica, donde la población, al menos en la península de Nicoya, es la segunda en el mundo con más personas centenarias. La esperanza de vida en la primera potencia económica del planeta se sitúa actualmente en los 78,7 años, según el último informe de la OCDE. En resumen, Buettner quiere que los estadounidenses sumen años copiando a aquellos lugares donde se han olvidado de morir.
Como explica el propio Buettner en una TED Talk, las conferencias realizadas por expertos en distintas materias -y narradas por ellos mismos- que se organizan regularmente en distintos puntos del mundo, el reto en un país como Estados Unidos en relación a los cambios de hábitos para poder vivir más y mejor pasa por un planteamiento completamente contrario a la cultura vigente. “El cambio pasa por cambiar la legislación actual, el diseño de las calles, de las escuelas, el tipo de trabajo o cómo interacciona hoy el estadounidense medio”, señala.
El reto es monumental, sin duda. Ahora bien, en diferentes comunidades de EE.UU. que han decidido adoptar algunos de los hábitos de las Blue Zones ya han empezado a implantar medidas. En Albert Lea, Minnesota; o en Beach Cities, California, por citar dos ejemplos, se han dado cuenta de que los escolares caminaban cada vez menos para ir a la escuela. Tanto en estas comunidades, como en otras adheridas al proyecto, han decidido sustituir las rutas en autobús por grupos de estudiantes que van recogiendo a los alumnos casa por casa para ir a caminando a la escuela.
Poco a poco los resultados de adaptar las lecciones de las comunidades más longevas van dando resultado. Según Blue Zones, más de 1.200 pymes y 120 escuelas se han sumado al proyecto en Estados Unidos. Más de 120.000 ciudadanos lo respaldan a título individual. En Hampton, Nueva York, han logrado reducir la tasa de obesidad en un 38%. En San Luis Obispo, California, ha caído un 13% y el gasto sanitario en Iowa ha descendido un 40% entre las localidades participantes.