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Estamos en mitad de una pandemia por coronavirus y está claro que, en estos momentos, la ropa que nos vamos a poner es la última de nuestras preocupaciones.
Ahora mismo nuestro uniforme consiste (al menos en mi caso), en mallas de yoga y una camiseta algodón con más años que internet. Por lo que veo en redes sociales, alguna que otra persona está encontrando cierto consuelo y normalidad en vestirse con ropa de calle, peinarse y maquillarse a diario, pero confieso que no es mi caso, y que soy más bien del equipo de esas personas que actualmente van hechas un cuadro por la casa. Ya está, lo he dicho. Sin embargo, espero con ansia el día en el que vuelva a abrir la puerta de mi armario y pueda desempolvar unos pantalones que no sean elásticos y una camiseta que no me llegue casi hasta las rodillas.
Moda sostenible es consumo responsable
Con tanto tiempo en casa, he tenido tiempo de ordenar mi armario varias veces, y a pesar de que cada vez que lo hago termina más ordenado, también es cierto que una y otra vez me doy cuenta de que tengo demasiada ropa.
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Dicen las estadísticas que utilizamos únicamente el 20 % de toda la ropa que tenemos, y me aventuro a decir que ese porcentaje es en realidad aún menor. Tenemos demasiada ropa, demasiados zapatos, demasiados bolsos, demasiados complementos, y, en general, demasiadas cosas. Gracias a las cadenas de fast-fashion nos hemos acostumbrado a comprar y acumular ropa sin pensarlo dos veces, a utilizarla durante unas semanas (o con suerte, una temporada), y después deshacernos de ella o meterla en el fondo del armario para engañar a nuestra mente y hacerle creer que la volveremos a utilizar algún día. Es lo que estas empresas han conseguido ofreciendo ropa a precios irrisorios y haciéndonos creer que es necesario adquirir nuevas prendas más actuales semanalmente para sentirnos adecuados y aceptados.
Detrás de esa cultura consumista se esconden datos que pretendemos ignorar cada vez que echamos mano de la tarjeta y añadimos una nueva prenda a nuestro armario. La industria de la moda es de hecho, una de las cinco más contaminantes que existen y es responsable del 10 % de todas las emisiones de CO2 del mundo (parece poco visto así, pero es una barbaridad si tenemos en cuenta todas las industrias que existen). Es también una de las que más contamina el agua, un bien bastante escaso cuya cantidad (al menos en su forma utilizable por el ser humano) tendemos a sobreestimar. Otro factor que no solemos tener en cuenta es que la ropa no suele estar hecha en el mismo país en el que se compra, así que debemos añadirle este extra de contaminación medioambiental.
En España se tiran 325.000 toneladas de ropa al año. Nos quejamos constantemente de lo mucho que contaminan los coches, pero este desperdicio de trapos olvidados es equiparable a la contaminación que suponen siete millones de vehículos en las carreteras.
La segunda vida de tu ropa
Otra cuestión es cuánto usamos la ropa que tenemos. ¿Cuándo fue la última vez que llevamos unos pantalones a arreglar, o que nos molestamos en coser el bajo roto de una falda? Nos resulta mucho más cómodo (y por desgracia, gracias al modelo de economía lineal que tenemos, a veces incluso más barato) sustituir la prenda comprando una nueva que reparar la que ya tenemos. Simplemente utilizando cada una de nuestras prendas durante al menos dos años, podríamos reducir nuestro impacto medioambiental hasta en un 24 %.
¿Conoces la regla de las tres erres? Reducir, reutilizar y reciclar
Por otra parte, una vida sostenible tiene que estar basada en la ética, y eso incluye los derechos de otras personas, sobre todo, de las que confeccionan nuestra ropa. Algunas empresas de fast-fashion no asumen ningún control o responsabilidad sobre su cadena de producción, y eso, en países con alto riesgo de explotación, puede tener muchas consecuencias. Hay personas que trabajan hasta 18 horas diarias en condiciones pésimas y por salarios irrisorios, casos de discriminación, chantajes e incluso maltrato físico. Por eso, como consumidores responsables debemos tener en cuenta diversos factores a la hora de invertir nuestro dinero.
Cómo tener un armario más sostenible
1 – Antes de comprar, valora lo que tienes
Para empezar, ahora mismo tenemos la oportunidad de pasar más tiempo en casa, y por consiguiente, más tiempo para organizarla. Podemos “marcarnos un Marie Kondo” y hacer inventario de todo lo que ya tenemos.
En mi primer libro sobre sostenibilidad, Simplemente Consciente, sugiero un sistema muy fácil para empezar a ser más sostenible. Se trata de colocar toda la ropa, zapatos y complementos que tenemos en el suelo de nuestro salón y dividirlo todo en tres secciones: una con la ropa que utilizamos a menudo, otra con la que no nos pongamos y queramos donar, y otra con la ropa que no esté en buen estado y vayamos a reciclar (ya sea reutilizándola para otros fines o llevándola al punto verde de nuestra ciudad).
Esto nos ayudará a tener una idea muy clara de todo lo que tenemos y también de todo el dinero y recursos que hemos malgastado dejándonos llevar por el consumismo. Así que, prepárate una buena copa de vino, abre Spotify y ponle marcha al asunto.
2 – Analiza los valores de cada marca
Si, en un futuro, o cuando el confinamiento termine, necesitas comprar alguna nueva prenda, recuerda que las pequeñas marcas nos van a necesitar más que nunca. Existen infinidad de marcas nacionales que están creando prendas y accesorios sostenibles, éticos, duraderos y sin materiales procedentes de animales. La mayoría de estos negocios además, participan en iniciativas que benefician a personas sin recursos, los animales, el medioambiente o que benefician a la comunidad de alguna forma.
Opta siempre por marcas comprometidas, que fabriquen con tejidos sostenibles (reciclados, procedentes de vegetales como Piñatex, naturales como el algodón o el cáñamo, entre otros) en la medida de lo posible, y que cuiden sus procesos. Hoy más que nunca, es muy fácil descubrir nuevas marcas éticas y sostenibles gracias a las redes sociales.
3 – Valora el mercado de segunda mano
Por último, recuerda también que la ropa de segunda mano es una opción como cualquier otra. Por suerte, esta forma de consumir es cada vez más popular en nuestro país y poco a poco estamos viendo cómo nuevos negocios de segunda mano aparecen por nuestras ciudades, o incluso online. También tenemos páginas web donde comprar ropa de segunda mano, solo con un click. Aplicaciones como Wallapop, Depop o Vinted son un auténtico baúl de tesoros para las personas que intentamos vivir de forma sostenible.
La realidad del mundo de la moda
En realidad el mundo de la moda nos ha acostumbrado a un modelo de consumo totalmente insostenible, y ahora, durante el confinamiento, nos hemos dado cuenta de que en lo que respecta a la moda, muchas veces consumimos por aburrimiento, por costumbre o por una necesidad de sentirnos adecuados o aceptados. Quizás este sea el momento de cambiar las cosas, quizás este sea el punto de inflexión que necesitábamos, y probablemente la última oportunidad que tengamos de cambiar el futuro de nuestro planeta.
Un mundo mejor es posible, y esta es una oportunidad de oro para comenzar a preocuparnos de las personas y los animales más allá de nuestro círculo y nuestra casa. Esta es, probablemente, una oportunidad irrepetible de crear poco a poco la sociedad que en el fondo, todos sabemos que queremos ser, y formar parte de una generación que puede ser recordada como la que salvó el planeta. Y esto empieza por nuestro armario y nuestro bolsillo.
Poco a poco comenzaremos a ver la luz al final del túnel, así como por primera vez en mucho tiempo, podemos ver el fondo de nuestro armario.