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Todos vamos a vivir una Navidad muy distinta. La pandemia va a modificar nuestros hábitos, nuestras celebraciones, nuestros viajes, el tipo de reuniones, hasta la compra de regalos. No habrá cabalgatas, se pedirán más regalos de Reyes por internet, no podremos hacer realidad el sueño del famoso anuncio de “vuelve a casa por Navidad” porque no podremos desplazarnos, las reuniones tendrán un número determinado de familiares o amigos, no habrá fiestas de cotillón por el año nuevo, no tendremos el vermú del día 24 en que, hiciera el frío que hiciera, tú le felicitabas la Navidad a todo el mundo con un vermú que se alargaba casi hasta la hora de la cena… Este año tenemos otra Navidad. Esa es la única certeza. Ahora, que esta otra Navidad tenga que amargarnos la existencia, eso ya depende más de nosotros y de cómo decidamos tomarnos las cosas.
Si las circunstancias no te gustan, cambia tú, porque no siempre podemos cambiar lo que acontece en nuestro entorno. Nos anclamos en la queja, en la parte injusta de la vida, en lo que merecemos y en lo que no, y con ello se nos escapan pequeñas oportunidades de sentir calma, placer, bienestar, porque andamos enredados en lo que no funciona. ¿Qué puede funcionar esta Navidad? ¿Qué nos puede ayudar a recuperar la ilusión? ¿Qué podría iluminar nuestras emociones?
A veces es tan fácil como centrarse y provocar situaciones que nos hagan sentir bien. Pero esto requiere “querer hacerlo”. A pesar de creer firmemente en el fluir de la vida y en que la vida suele ordenarse sola, también creo y apuesto porque provoquemos momentos bonitos que nos hagan sentir bien. Tenemos que protagonizar esta Navidad.
¿Qué podemos hacer que nos ayude a recuperar la ilusión?
1. Disfrutemos de las comidas tradicionales, aunque este año sean con menos personas
Disfrutemos del placer de comer de forma atenta y con lentitud. Despertemos los sentidos en estos días en los que solemos cocinar distinto con esos platos tradicionales que nos traen tantos recuerdos. Disfrutemos también de su elaboración, de las recetas de las abuelas, de los olores, del tiempo que le dediquemos y de las conversaciones que surjan. Comer de forma atenta es un liberador de dopamina, el neurotransmisor del placer, de la recompensa.
2. Juguemos
Jugar es divertido, relajante y genera vínculos maravillosos en familia. Juguemos a todo tipo de juegos en pareja y con nuestros hijos. Es el momento de enseñar a nuestros hijos un parchís, un juego de mesa de estrategia como el Risk, juegos de cartas de toda la vida y pasar una tarde en familia entre risas.
3. Haz tu vida y tu entorno más bonitos
Decora, ilumina, pon velas, música de fondo, decora la mesa bonita, cambia muebles de sitio, tira lo que te molesta… A muchas personas les da pereza este año sacar los adornos de Navidad. Se excusan en un “total, ¿para qué?, si no van a venir los abuelos”. Las personas con las que tú convives se merecen la decoración y el entorno más bonitos. Y seamos los que seamos, predispongámonos para disfrutar de cada detalle.
4. Fomenta tus relaciones personales
Aunque sean virtuales. Sí, igual no podemos disfrutar de una superfiesta de cotillón la noche del 31, pero igual podemos disfrutar un día de invierno soleado saboreando un café en una terraza con una conversación profunda y bonita con alguna amiga. Igual podemos disfrutar de otro tipo de vínculos y de distintas maneras de relacionarnos.
5. Manda postales escritas a mano
Le vas a alegrar el día a más de uno. Se ha perdido la tradición de escribir las postales navideñas a mano. Y hace mucha ilusión recibir una carta en el buzón. Hace años mirábamos el buzón a ver si había cartas; ahora solo nos llega publicidad… y casi ni eso.
6. Medita y dedica tiempo al autocuidado
Cuando meditamos estamos cuidando de nuestra salud mental y física, y reparando nuestros telómeros, indispensables para prevenir el envejecimiento celular. Es el momento de pensar qué te sienta y te hace sentir bien. Aprovecha estos días para tus rutinas de higiene y belleza, para hacer limpieza de lo que deseas desechar antes de que acabe el año, llamar a personas que te llenan de vitalidad, practicar aficiones que te revitalizan…
7. Canta
Entre otros beneficios, alivia el dolor y la depresión. Muchos pacientes con cáncer del área oncológica del hospital de Colonia dicen que es una forma de acceder a sus emociones. Elevar la voz nos empodera y nos da seguridad. Cantar nos despierta emociones, nos conecta con las personas con las que cantamos y nos permite acceder incluso a recuerdos asociados a canciones.
8. ¿En qué te va mejor que antes?
Los estudios demuestran que lo que nos hace felices no es tener más dinero que hace unos años, o tener un mejor trabajo. Lo que nos hace ilusión y ser más felices es la comparativa y la sensación de que estamos mejor que antes. A pesar del año tan duro que hemos vivido, si miras atrás, igual atrás a más de un año vista, te darás cuenta de cómo ha cambiado tu vida y la de los tuyos para bien.
9. Regala bonito
Regalar es un acto que empieza desde el momento en el que comenzamos a pensar qué puede agradar. Regalar con sentido implica pensar en el otro, conectar, empatizar, buscar qué le hará ilusión y qué necesita.
10. Agradecimiento
Cuando vienen mal dadas damos protagonismo a la queja. Pero justo cuando vienen mal dadas es cuando también nos volvemos más humildes y vulnerables. Ahí es cuando podemos tomar conciencia de cuánto hay que agradecer a nuestro alrededor. Desde que estemos vivos hasta cualquier pequeño detalle: trabajo, dinero, salud, personas que nos quieren, una casa con calefacción, poder celebrar la Navidad con personas que queremos, poder jugar con nuestros hijos, hacer deporte, cocinar algo sabroso… De verdad, abre los ojos y mira con otra mirada, con otra profundidad.
Disfruten de unas bonitas Navidades. Serán distintas, pero eso no es incompatible con que sean especiales.
