Las vacaciones son para descansar y desconectar de tu rutina. Pero no todo el mundo lo consigue. Es más, son muchas las personas que durante las vacaciones experimentan un aumento en sus niveles de estrés. El cambio de rutina y las nuevas obligaciones les generan malestar.
Hoy te dejamos unos consejos para que puedas relajarte un poco más en esta Semana Santa.
- Elige tus vacaciones. Las vacaciones son para la familia, los amigos, para conectar más con quien tenemos lejos, pero no sacrifiques todos los días en planes que no te apetezcan. También tienes derecho a elegir qué quieres hacer y con qué actividades divertirte. Trata de llegar a un consenso si tus hijos tienen edad para opinar, y con tu pareja, o busca un lugar en el que todos puedan disfrutar de sus aficiones. Y que sea un sitio en el que tú puedas descansar. Muchas veces la familia alquila un apartamento y terminas trabajando más durante las vacaciones que lo que hubieras hecho en tu propia casa.
- Si sigues en activo, desconecta del trabajo. Desconecta del móvil y del ordenador. El hecho de seguir recibiendo mensajes y correos te impide disfrutar realmente de otras actividades, porque aunque no estés de cuerpo presente en tu oficina, sigue teniendo tu mente ocupada. Di a tu equipo de trabajo que te llamen para lo que sea muy urgente, y que no tendrás acceso al correo. Así no te mandarán información pensando que la verás. Si de verdad hay algo urgente, te localizarán.
- Organízate y ten una “nueva rutina”. Dado que las rutinas nos dan seguridad y que hay personas que las necesitan en su vida para sentir orden, puedes elaborar una nueva rutina para las vacaciones que contenga otros horarios, tus actividades, las de tus hijos, visitas turísticas o una lista de los recados pendientes que no da tiempo a atender durante los días de trabajo: llevar al zapatero las tapas que te faltan, el regalo de boda que tienes a la vuelta de la esquina, un libro que llevas tiempo queriendo encargar, etc.
- Sé un poco anárquico, flexible y permisivo. A pesar de que la rutina te dé seguridad, permite que sea flexible, para ti y para la familia. Sienta bien de vez en cuando no tener horarios, poder comer o cenar a otra hora, saber que si trasnochas un poco más podrás descansar y levantarte más tarde, no estar detrás de los hijos para que se acuesten porque al día siguiente tienen que ir al cole, etc. Se trata de vivir un poco siguiendo “lo que se tercie”.
- Aprovecha para practicar lo que no puedes durante los días de trabajo. Hay personas que tienen aficiones difíciles de compaginar cuando hay trabajo: la vela, el golf, esquiar, visitar a amigos fuera de la ciudad, una pequeña escapada romántica.
- Dedica horas al descanso. No se trata de estar todo el día activo. Tu mente, tu cuerpo y tu salud necesitan descanso. El sueño es reparador y alimenta tanto como comer. Así que prueba a dormir sin despertador. Si puedes, trata de despertarte solo. El cerebro empieza a generar neurotransmisores a medida que se acerca la hora de despertarse, relacionados con las necesidades que nuestro cuerpo y mente tienen durante la vigilia. Deja que este proceso siga su curso sin precipitarlo.
- Aprovecha estos días para realizar algún cambio de hábitos. Puede que quieras probar un nuevo deporte, empezar una dieta o acudir a clases de fotografía. Es el momento de hacerlo sin presión, sin prisa. Puede que los cambios que quieras realizar sean en casa, como algo en la decoración, repasar pintura, etc.; o enseñar algo nuevo a los hijos, como quitar los pañales o que aprendan a dormir solos. Los cambios implican salir de la zona confortable, y si los realizas en un momento en el que te encuentras tranquilo y con tiempo, el proceso de cambio será más sencillo.
- Haz algo diferente, que se note que estás de vacaciones. La vida son experiencias, y cuanto más divertidas y entrañables, mejor. Con el ajetreo de la semana y el trabajo, disponemos de poco tiempo para hacer cosas distintas. Nos suelen romper la rutina, y luego nos sentimos cansados y desubicados. Aprovecha las vacaciones para ir al teatro, regalarte una doble sesión de cine, salir a probar un restaurante nuevo a las afueras, visitar un museo, tener un día de playa si te quedas en tu ciudad, llevar a los niños de excursión. Trata de enriquecerte con la cultura, la gastronomía, la historia o el deporte.
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