Algunos pagan a escote, otros prefieren dividir la cuenta. Algunos prefieren un fondo de inversión, otros la hucha, la del cerdito. A veces hay conflicto: uno quiere meterse ya en una hipoteca, el otro prefiere alquiler. Todas estas situaciones tienen algo en común: nuestra relación con el dinero.
A la vez hay otra cuestión más o menos homogénea en este aspecto, al menos en las sociedades latinas: “Te quiero, pero quizá no quiero hacer lo que hay que hacer para tenerte”. Esta “relación de amor y odio” la define Raimon Samsó, director del Instituto de Expertos y autor de varios libros, entre ellos El código del dinero.
Un cliché. ¿Qué tiene de malo obtener dinero? “El problema es que uno cree que para tener dinero, tiene que hacer cosas malas”, y claro, “la gente no quiere eso, y es entendible, pues asocian el dinero a una personalidad negativa, y lo rechazan”.
Entonces, si saliésemos a la calle con un maletín repleto de billetes y se lo ofreciésemos al primero que se cruzase con nosotros, ¿qué diría? ¿Tal vez lo cogería y lo ocultaría? ¿Es conveniente no aparentar que uno gana dinero? “Es un tema tabú”, dice Samsó. “En el fondo, la mayoría de las personas, aunque no hablan de él, hacen un montón de cosas cada día para conseguir dinero, lo cual es contradictorio”.
Entonces, ¿cómo ganar dinero sin tener remordimientos? ¡Meeeeeec! Fallo. “Esta pregunta lleva implícito que sentir remordimientos es lo normal cuando uno consigue dinero”. Samsó propone verlo de otra manera: “Cuando una persona no consigue dinero, tendría que tener remordimientos, porque se está fallando a sí misma”, incluso al Estado, “ya que no contribuye a Hacienda y no ayuda”.
Es la ambición sana. Pero hay otras relaciones con el dinero que se dan en el día a día. No es sólo conseguirlo, es gastarlo, ahorrarlo o, ¿quién sabe?, usarlo como combustible para la chimenea, como el hijo de Pablo Escobar en Narcos, aunque éste no sea claramente muy buen ejemplo. En fin, cada uno hace lo que le parece con su dinero, pero si convive con alguien, hay que ponerse de acuerdo, y eso trae conflictos.
Para Joe John Duran, socio fundador de United Capital, como comenta en este artículo, hay tres mentalidades. El protector, “impulsado por una búsqueda de seguridad y tranquilidad y que, independientemente del éxito que consiga, nunca se siente satisfecho”. El buscador de placer (una especie de hedonista, en una traducción libre), cuya “misión principal es experimentar satisfacción, pero que nunca tiene suficiente dinero o tiempo”. Por último están los donantes, “impulsados por cuidar a los que aman”, sin importar su nivel de ingresos.
Dos personas diferentes bajo un mismo techo es un foco de conflicto. Duran comenta que se debe entender cada mentalidad y relacionarla con las decisiones financieras que uno toma. El problema es que no es fácil. “Si una pareja tiene filosofías muy diferentes acerca del dinero y de cómo ganarlo y gastarlo, esto va a generar conflictos en la pareja (y, de hecho, lo hace), hasta la separación incluso”, dice Raimon Samsó.
Samsó insiste además en desmontar algunas “falsedades”. Por ejemplo, esa de que ganar dinero es incompatible con dedicarnos a lo que nos gusta. “Dedicarnos a lo que realmente amamos puede en realidad darnos más dinero que simplemente trabajar por dinero”. La motivación cuenta.
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Otro ejemplo. Si alguien tiene dinero es por una especie de falta de escrúpulos. “Eso es una gran falsedad”. No hace falta robárselo al de al lado. “Para que alguien tenga dinero, no es necesario que otro se haya quedado sin dinero”, ya que “la riqueza es compartible y el dinero, infinito”. Infinito, grábeselo en la mente. Así que, hombre, no se sienta tan mal al conseguirlo, que bastantes problemas tenemos ya.