Siempre me ha parecido atractivo todo lo relacionado con el protocolo en torno a la mesa. Igual es porque en mi casa han dado mucha importancia a estos valores desde que era pequeña. Y yo también se lo he transmitido a mis hijos. El protocolo y las buenas maneras nos ayudan a relacionarnos con educación, respeto y amabilidad, tanto con la comida como con los comensales. Al igual que existen normas relacionadas con cómo comportarte con educación mientras comes, también podemos crear “normas psicológicas” que nos faciliten disfrutar serena y armoniosamente de una comida o cena navideñas.
Para muchas personas, los compromisos familiares navideños basados en una socialización forzosa, en los excesos consumistas o comer y beber sin mesura, pueden llegar a ser muy estresantes. Compartir momentos intensos con familiares que no siempre son de nuestro agrado se puede convertir en una experiencia incómoda y violenta si no se sabe cómo conducir la situación y cómo estar presente sin sufrir.
Si ponemos todos de nuestra parte, seguro que conseguiremos convertir estas comidas, cenas y encuentros en experiencias más amables, amorosas y especiales. Si me lo permites, te desarrollo a continuación diez consejos que pueden ayudarte a ti y a los demás a tener encuentros navideños más relajados.
¿Quieres saber cómo afrontar la ruta de tu vida? ¡Descúbrelo!
- Cuidado con la sensibilidad de los demás. Hay contenidos que resultan incómodos o que pueden ser hirientes. Se trata de cuidar y proteger la sensibilidad de las personas. Lo que para ti puede ser algo preocupante, como que has engordado dos kilos, para otra persona de la mesa puede ser un tema incómodo y frustrante si lleva toda la vida a dieta.
- No saques temas de conversación conflictivos. Pueden ser temas conflictivos los que generan controversia emocional, tensión en el ambiente, como los de actualidad política. Las posturas políticas sobre inmigración, energía, salud, economía, igualdad, etc., suelen defenderse con mucha vehemencia y pasión. Y la pasión suele incrementar el nivel de agresividad en las conversaciones. Y en lugar de exponer nuestras ideas desde la calma, terminamos atacando y menospreciando las posturas que no coinciden con las nuestras. Otros temas conflictivos pueden ser los deportes o las creencias religiosas.
- No presumas. Ni de aspectos que pueden ser frívolos, como el dinero, el consumismo o el valor de las cosas, ni de aquello en lo que destaques tú, tu pareja o tus hijos. En una misma familia no le va igual de bien a todo el mundo. Mientras que unos pueden permitirse viajes increíbles o cambiar de coche, a otros les cuesta llegar a final de mes. Tampoco saques a colación las notas de tus hijos o todos tus éxitos profesionales. La humildad es importante. Y mucho más en contextos en los que otras personas puedan sentirse de menos.
- Interésate por las personas. A la gente le gusta mucho hablar de sí misma. Pero es aburrido y de mala educación convertirte en el centro de atención de la mesa y monopolizar la conversación. Es de buena educación preguntar a los demás por sus cosas, sin entrar en detalles o en la intimidad.
- Sé discreto. Tu vida sexual no interesa a nadie. Tampoco interesan a nadie las críticas o los juicios de valor sobre otras personas. Ni la vida de otras personas, estén o no presentes. Los cotilleos te dejan mal a ti, no a la persona de la que hablas.
- Durante una celebración navideña tampoco es apropiado sacar a colación todos tus problemas de salud, económicos, personales o laborales. Es un momento para compartir temas agradables, amor; en definitiva, cosas bonitas. Si convertimos una celebración en un momento de pena, angustia, queja o victimismo, la empatía de los demás hacia ti hará que la cena se convierta en un velatorio. No se trata de que te calles tus problemas y dejes de compartirlos, sino solo de elegir un momento más apropiado.
- No preguntes cosas que puedan ser incómodas. No a todo el mundo le gusta compartir su intimidad o hacer pública su situación laboral o personal. Hay personas reservadas, introvertidas o tímidas, a las que no les gusta hablar de ellas mismas. Sé respetuoso con las distintas formas de ser y estar de la gente.
- Utiliza un tono y un volumen conversacionales. No eleves la voz para hacerte oír. Pide el turno, levanta la mano, estate atento a los silencios y espera a que la otra persona termine. No interrumpas para hablar tú.
- No ningunees o infravalores los problemas o sentimientos de los demás. En ocasiones, por consolar, solemos restar valor a lo que preocupa a los demás. Y con ello les trasladamos que sus problemas no son importantes y que no están siendo fuertes, capaces o valientes para resolverlos. Si ninguneas sus problemas, les trasladas: “lo tuyo no es importante”, “no deberías venirte abajo por estos temas”, “eres débil”.
- Espera para empezar a comer. También los niños. Lo más normal es que durante una celebración navideña nadie se esté muriendo literalmente de hambre. Esperar a que todos estén en la mesa forma parte del respeto y de los buenos modales. Los anfitriones o las personas que han cocinado merecen tu paciencia. Y tu agradecimiento.
Felices fiestas a todos, felices momentos bonitos. Disfrutadlos desde el respeto