Aguacates de México, arroz de Indonesia, lentejas de la India o kiwis de Nueva Zelanda son algunos ejemplos de los productos importados que consumimos en España pero que también cultivamos en nuestro país. Puestos a escoger entre unos y otros, ¿por cuáles debemos optar y por qué?
Pese a la falta de tiempo en nuestro día a día, el impacto de la publicidad y la escasa apuesta de muchos supermercados por los productos de proximidad, cada vez somos más los que queremos saber cómo se han cultivado o cuál es el origen de los alimentos que consumimos. Comer productos locales y de temporada no solo puede repercutir positivamente en nuestra salud, sino que también favorece la sostenibilidad del medio ambiente. En 2018, más del 70% de los españoles prefirieron los productos frescos y de proximidad, y admiten que están dispuestos a pagar más por ellos, aunque no necesariamente son más caros.
¿Qué son los productos de proximidad?
Los productos de proximidad son aquellos producidos en el entorno territorial más próximo al comprador o consumidor final. Si apostamos por estos productos, también denominados de kilómetro cero, aparte de fomentar la economía local, ayudamos a reducir los gastos energéticos y la polución que conlleva su transporte, ya que las emisiones de CO2 a la atmósfera son menores y, al no necesitar tanto embalaje, se generan menos residuos.
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Si nos centramos en la parte nutritiva, los productos de cadena corta son la mejor opción porque suelen llevar menos aditivos (los productos de procedencia lejana pueden contener conservantes) y porque siempre estarán en su punto de maduración, ya que se recogen en su estado óptimo, teniendo en cuenta que en poco tiempo llegarán al consumidor final. Por estos motivos, al ser productos más frescos, mantienen un mejor sabor, conservan más nutrientes al no necesitar sistemas de conserva o congelación y, en la mayor parte de los casos, son más económicos.
Por poner algunos ejemplos, uno de los productos más importados en España son las naranjas, pese a que contamos con zonas como la costa mediterránea donde el clima es el idóneo para el cultivo de esta fruta. En los últimos tres años, la importación de naranjas de Marruecos ha aumentado más de un 350%. Por otro lado, las importaciones de frutas y hortalizas procedentes de América Latina sobrepasan los dos millones de toneladas anuales: plátanos y piñas de Costa Rica o melones y sandías de Brasil. Como consumidores tenemos una responsabilidad: ¿nos fijamos en la procedencia de los productos que compramos?
Los años de experiencia me han enseñado que, como consumidor, tengo que ser muy exigente con mis compras. Hoy en día no solo me preocupo por los precios o por la calidad de los productos que voy a consumir u ofrecer en mi restaurante, sino que soy muy consciente de mi responsabilidad. Para mí se ha convertido en algo primordial compartir valores con las marcas que consumo. Es decir, que detrás de ellas haya una empresa con una actitud proactiva, con conciencia social y ambiental, y que apueste por un futuro mejor.