Incluso antes de que la salud mental tuviera un peso relevante en los planes de intervención sanitaria a nivel mundial, la promoción del optimismo ya se difundió en la sociedad. De hecho, movimientos como el Renacimiento o la Ilustración lo promovía, frente a otras épocas más oscuras como la Edad Media o el Barroco. Desde 1710 en Europa se usa esta palabra antes de que adquiriera una definición como la que ahora se detalla en los diccionarios.
Y no es en vano que haya tenido tanta publicidad, porque más allá de prevenir y potenciar una actitud para evitar caer en la desesperación, la apatía o la depresión, ver el vaso siempre medio lleno puede cambiarnos la vida. Y no, no se trata de convertirse de repente en un unicornio rosa ni de dejar un rastro de purpurina y caminar como en ‘Los mundos de Yupi’. Se trata de trabajar en una actitud que mejora nuestra salud. Hay estudios que ya hace tiempo analizaron la relación entre el optimismo y el aumento de la esperanza de vida, pero ahora las investigaciones lo confirman.
Los expertos en longevidad confirman que ser optimista alarga la vida. Gracias a afrontar esta actitud frente al día a día puede salvarnos de padecer enfermedades y mejorar nuestro envejecimiento y todo gracias a los procesos tan beneficiosos que se generan en el organismo al ser positivo.
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Confirmado: ser positivo te da vida
Algo básico para empezar: una persona optimista percibe siempre los aspectos positivos de su persona y de su alrededor, en cambio, la persona pesimista solo ve y se concentra en el lado negativo de las cosas.
Hay estudios que confirman que ser optimista puede aumentar la esperanza de vida. La recomendación de los expertos en longevidad es sencilla: tu actitud puede mejorar tu envejecimiento. Ser optimista puede aumentar la esperanza de vida hasta un 19% frente a los pesimistas, así lo confirma un estudio de la Universidad de Harvard y Mayo Clinic. Obviamente todo tiene que ver con el estilo de vida, porque las personas optimistas acaban tomando la iniciativa y hacen cambio en su rutina, mejoran su estilo de vida, hacen ejercicio y siguen dietas saludables.
El estudio más relevante sobre el optimismo y el envejecimiento es el que ha sido publicado en la revista ‘Journal of the American Geriatrics Society’. A través de un cuestionario realizado a un grupo de 159.200 mujeres de diferentes grupos raciales y étnicos se analizó la relación del optimismo con el incremento de la esperanza de vida. Así, se han explorado los factores relacionados con el estilo de vida que median en la asociación entre el optimismo y la esperanza de vida.
Esta investigación es pionera en su planteamiento, al revelar que el 25% de las personas más optimistas que participaron en la investigación tienen un 5,4% más de probabilidades de tener una mayor esperanza de vida e incluso de superar los 90 años, frente al 25% de los más pesimistas.
Según los investigadores vale la pena centrarse en factores psicológicos positivos y en las nuevas formas de promover la longevidad o el envejecimiento saludable para las poblaciones menos longevas e iniciar investigaciones en esta línea.
¿Cómo afecta el optimismo en nuestra salud y en nuestro estilo de vida?
Está claro que muchos pueden creer que es cuestión de genética, porque nuestra forma de ser también afecta a nuestro carácter y nuestra manera de ver el mundo, pero realmente tan solo un 30% y hasta un 50% de los rasgos de la personalidad están determinados genéticamente, el resto los podemos adquirir y trabajar. Porque sí, el optimismo se trabaja.
El doctor Olivier Courtin-Clarins en su libro ‘Guess my age if you can’ aborda varios temas relacionados con el envejecimiento, el cuidado de la piel y el impacto del optimismo en la percepción y realidad del envejecimiento. El doctor asegura en su libro que el optimismo provoca una reacción física que origina una respuesta antiinflamatoria que mejora el sistema inmune y que, por tanto, puede ayudar al buen envejecimiento. El optimismo es uno de los principales pilares de la epigenética.
La epigenética es un campo de estudio centrado en los cambios del ADN que no implican alteraciones de la secuencia subyacente, es decir, las marcas epigenéticas, cambian la forma como se expresan los genes, sin alteraciones en el ADN. La epigenética juega un papel crucial en el desarrollo, la diferenciación celular y en la respuesta de los organismos a factores ambientales (como son la dieta, el estrés o la exposición a toxinas). Todos estos cambios epigenéticos pueden afectar a la salud.
Algunas de las ideas importantes que destaca el doctor Courtin-Clarins sobre el optimismo y el envejecimiento son:
- El poder del optimismo. El autor sugiere que el optimismo no solo mejora la calidad de vida, sino que también puede tener efectos biológicos beneficiosos; está asociado con una mejor función inmunológica, menores niveles de inflamación y una mayor longevidad.
- Apariencia física. Courtin-Clarins argumenta que las personas optimistas tienden a parecer más jóvenes porque puede llevar a un mejor cuidado personal, incluyendo hábitos saludables.
- Autocuidado. En el libro se resalta la importancia del autocuidado como una herramienta para mantener una apariencia juvenil. Esto incluye prácticas que fomentan el bienestar emocional y mental.
- Influencia del estrés. Courtin-Clarins menciona cómo el estrés crónico puede acelerar el proceso de envejecimiento. El manejo del estrés a través de relajación, meditación y actitud positiva, contribuye a ralentizar los efectos del envejecimiento.
En conclusión
Tener ilusión y esperanza en cada cosa que realizamos en nuestro día a día es la base fundamental del optimismo. Martin Seligman, psicólogo de la Universidad de Pensilvania, llevó a cabo un estudio para ver las diferencias entre la manera de afrontar las cosas entre las personas optimistas y pesimistas y, en definitiva, se demuestra que ayuda a la gestión de emociones, a la toma de decisiones y también es un aliado frente al envejecimiento.
Aunque no es fácil cambiar, hay cientos de maneras de ser optimista. Por ejemplo, se recomienda ser selectivo con lo que recuerdas, ser cuidadoso con el relato interno, con lo que nos contamos, dar un paso atrás cuando tengas pensamientos negativos o cuando alguien cercano nos inunda la cabeza con quejas y lamentaciones. Todo es una cuestión de percepción de la realidad.