Ahorrar es una conducta responsable. Permite tener una vejez más tranquila. De hecho, la idea de vivir económicamente al día genera ansiedad a la población. Ahorrar forma parte de la educación financiera que no hemos recibido en el colegio y que debería ser una asignatura pendiente, como otras relacionadas con la gestión emocional. Pero ahorrar es algo más que guardar dinero: ahorramos agua para no malgastarla, ahorramos cuando comemos lo que necesitamos y no lo que nuestros ojos deseosos nos piden, ahorramos cuando nos comportamos de forma solidaria y responsable. El mismo cuerpo y la misma mente se comportan de forma inteligente cuando ahorran energía. Pongamos un ejemplo. Vas a jugar un partido contra el Barcelona o el Real Madrid. Son rivales con los que necesitas invertir toda tu concentración, todo tu talento y la capacidad de trabajar en equipo, porque de no hacerlo y reservarte algo, te ganan. Tu mente entiende que no es el momento de ahorrar. Pero, en cambio, si te enfrentas en un concurso matemático con niños de primaria, siendo tú un adulto, tu cerebro entenderá que puedes funcionar a medio gas porque el reto es fácilmente asumible. En este caso, ahorrará energía para que la tengas disponible en otra ocasión que te haga falta. Ahorrar, para el ser humano, significa responsabilidad.
Pero hay cosas, que más que ahorrarse, requieren derroche. Sí, abundancia. ¿Cuáles son?
- Puedes derrochar amabilidad, independientemente de cómo te traten los demás. Ser amable supone contestar de modo que el otro no se sienta mal, no dar un “zasca en toda la boca”, sonreír, pedir todo por favor y dar las gracias, utilizar palabras como “serías tan amable de…”. En definitiva, hacer un esfuerzo para que el otro se sienta bien cuando tratas con él. Las personas amables también muestran paciencia a la hora de esperar.
- Derrocha respeto. La educación y el respeto son los valores que permiten a las personas tener armonía en las relaciones sociales. Cuando están presentes, podemos ser nosotros mismos, sin sentirnos atacados ni ridiculizados. Tratar con respeto es aceptar las diferencias. Ser respetuoso es comportarte de forma cívica, esperar tu turno, cuidar el medio ambiente, no cruzar los límites aunque no te pillen. Es comportarte de la forma en cómo te gustaría que tu vecino se comportara contigo y con el entorno.
- Muestras de afecto y cariño. Decir “te quiero” o “estás preciosa”, un abrazo de oso, coger a la pareja de la mano, mirarla con dulzura, una nota de disculpa, un beso inesperado, felicitar a alguien por algo, decirle a tus hijos que estás orgulloso de ellos, etc. Las muestras de cariño pueden ser infinitas. La mayoría de nosotros nos sentimos muy agradecidos cuando otros nos muestran su amor y su afecto.
- Generosidad. Las personas generosas se ofrecen a los demás antes de ser necesitados, se anticipan prestando su ayuda. La generosidad no tiene por qué ser algo material, como hacer un buen regalo. Puedes ser generoso con tu tiempo, con tu escucha, cocinando algo para alguien. Ser generoso no es poner a los demás siempre antes que a ti. Ser generoso es pensar en qué agradar a los demás, ser detallista y mostrarles que piensas en ellos y les ayudas a cubrir sus necesidades.
- Humor. El humor es la salsa de la vida. Nos tomamos la vida demasiado en serio porque asociamos la seriedad con la responsabilidad y con la madurez, pero no tienen nada que ver. Tomarse la vida y los problemas en clave de humor nos permite tener una perspectiva más relajada y creativa para poder afrontarlos. Ríete con las tonterías y los vídeos de tus hijos, ten complicidad con tu pareja cuando se carcajee con alguna chorrada, deja el mal humor y la ira para cuando tengas una verdadera amenaza. Y trata de reírte de ti mismo, ridiculízate y frivolízate. Si fuéramos un poco más divertidos, nuestra salud se beneficiaría muchísimo.
- Derrocha paciencia. La paciencia es la habilidad de esperar tu momento con buena actitud. Y si no la tienes, el principal perjudicado eres tú. La vida tiene un ritmo que no siempre coincide con tus exigencias, así que comportarte de forma impaciente te llevará a tener ira y frustración, pero no a adelantarte a los acontecimientos. Respira, utiliza palabras como “calma” y acepta el ritmo de las cosas que no dependan de ti.
- Empatía y comprensión. Ponerte en el lugar del otro es de los momentos más gratificantes para quien está contigo. Lo fácil es juzgar desde tu punto de vista. Trata de derrochar fantasía para entender qué le pasa y qué siente la otra persona. Así será mucho más fácil comprender por qué actúa de una manera determinada y también te ayudará a solucionar problemas que se enquistan porque cada uno defiende lo suyo sin conocer lo del otro. Olvida el “y tú más” y el “anda que tú”, para pensar qué siente y por qué lo siente.
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Derrocha todo lo que te haga feliz, con sentido común y valorando las consecuencias. A mí me encanta correr y comer chocolate, pero son dos actividades que necesito dosificar. No con todo se puede derrochar.
Y recuerda, cuidarse hoy es una inversión de futuro.