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En estos días y más que nunca, necesitamos simpleza mental. ¿Y de qué hablo? Simpleza mental es pensar fácil, pensar positivo, saber separar la paja del trigo. Y esto supone no enredarnos con aquello que no podemos resolver, con lo que no depende de nosotros. Supone también no anticiparnos al futuro y mucho menos imaginarlo como algo trágico y alarmante… aunque vaya a serlo.
Simpleza mental, ¿para qué y por qué?
Porque complicarnos la vida, rumiar, dar vueltas, indagar en internet no nos hará más felices. No nos permitirá durante estos días disfrutar de lo que sea disfrutable en el confinamiento. No nos dará paz ni serenidad.
La simpleza mental permitirá estar centrados en el aquí y en el ahora. Podremos disfrutar de las pequeñas cosas. Evitaremos estar preocupados por el futuro. Podremos mantener nuestra rutina y hábitos saludables. Incluso nos ayudará a sentirnos bien en general. Y mejorará nuestras relaciones familiares.
Simpleza mental no es ser frívolo o despreocupado. Se trata de una actitud inteligente que protege nuestras emociones y con ello nuestras funciones cognitivas. Porque es harto sabido que cuando nos sentimos relajados y optimistas, nos concentramos y atendemos mejor, tomamos decisiones más acertadas e incluso somos más creativos.
¿Qué puedes entrenar para tener simpleza mental?
No rumiar lo que no es “rumiable”
Sí, no somos vacas, somos personas. Tenemos la habilidad mental de darle vueltas a lo que nos preocupa porque esta habilidad nos permite buscar soluciones a preocupaciones. Es la manera de no ponernos en peligro o de poder hacerles frente…siempre y cuando solucionar los peligros sea algo que dependa de nosotros, ¿verdad?
En la situación actual la mayoría de las preocupaciones que nos rondan la cabeza no depende de nosotros poder solucionarlas. Depende de las decisiones que tome el gobierno, de la responsabilidad general de todos los ciudadanos, de lo rápido que se avance en la búsqueda de vacunas y medicamentos, y en ninguna de estas acciones está tu capacidad para solucionar nada.
Dale un descanso a tu mente. Permítele que no tenga que ocuparse de lo que no se puede ocupar. La psicología tiene varios ejercicios para poder tomar distancia con todos estos pensamientos intrusos a los que no podemos dar solución: se llama defusión. Y consiste en aceptar lo que entra en nuestra mente, pero sin enredarnos a hablar, razonar o juzgar. Simplemente se trata de dejar estar, sin intervenir. Observar nuestros pensamientos, pero no hacerlos protagonistas, no actuar en esa batalla que no vamos a ganar. Porque esta batalla no se gana, sólo se abandona.
¿Cómo? Trata de no hablar con esas ideas. Cuando invadan tu mente contesta sólo “gracias mente” y déjalas estar. Es complicado explicarlo en un artículo. Pero te aconsejo leer «La trampa de la felicidad», de Russ Harris o «Sal de tu mente, entra en tu vida», de Steven Hayes.
Vive el presente, no tienes poder sobre el futuro
Si anticiparnos al futuro, sobre todo en lo que concierne a lo negativo, de alguna manera lo predijera, sería genial. Tenemos menos control sobre el futuro de lo que imaginamos. Nos hemos acostumbrado a la idea de que tener control nos da seguridad, y es cierto, pero en un porcentaje muy pequeño de nuestras vidas.
Mientras miramos al futuro con miedo e incertidumbre, dejamos de vivir el presente. Nuestro presente de ahora, nos guste más o nos guste menos. En muchos medios me preguntan, ¿cómo seremos y qué habremos cambiado cuando acabe el confinamiento? Y de verdad que yo contesto “y yo qué sé”. Vivamos el ahora que ya bastante tenemos.
Vivir el presente es poner los cinco sentidos en el momento actual, es estar pendiente de disfrutar de lo que ahora tenemos. Igual las restricciones con las que vivimos nos parecen dramáticas, pero como desconocemos si va a ser más dramático o cuánto tiempo va a durar, mejor disfrutemos de lo que ahora tenemos seguro: la familia y los amigos virtuales, los momentos de cocinar, de hacer ejercicio, el teletrabajo los que puedan teletrabajar, pasar más tiempo con las personas con las que están confinadas, leer algo más, igual probar una nueva afición…
Ocúpate de lo que te puedes ocupar
Una mente sencilla se centra en lo que depende de ella, que, por cierto, es bien poco. ¿Qué puedes ir haciendo ahora, en este momento, por controlar la incerteza del futuro? Igual pensar en nuevas formas de teletrabajar, ir elaborando un plan de economía financiera, anular lo que tenías reservado para tus vacaciones…
Ocuparte de lo que sí controlas te dará tranquilidad, pero querer controlar lo que no controlas elevará tu nivel de ansiedad.
Confía
Una mente simple no se vuelve loca haciendo interpretaciones, confabulaciones o pensando que todo esto es fruto de una teoría rara de la conspiración. Una mente simple se centra en confiar en las personas que de alguna manera nos van dando directrices. Hay que confiar en fuentes fiables, la OMS, Sanidad, médicos, sanitarios, prensa de rigor…
El “me han dicho que dicen que dijeron que hay un laboratorio que dejó escapar una cepa de…” es de trama de película made in Hollywood, pero no lo puedes comprobar y sólo te lleva a desconfiar de todos aquellos que desde el rigor están trabajando para proteger nuestra salud.
Simpleza mental para afrontar una situación compleja. Porque en la simpleza está la paz interior.