Hay veces que estamos tan ciegos dentro de una relación que no somos capaces de detectar señales claras de manipulación. Amamos tanto a la pareja, queremos de forma incondicional a los hijos, valoramos muchísimo las relaciones de amistad o nos sentimos tremendamente agradecidos con nuestros padres, tanto, que somos incapaces de ver la relación con objetividad y lo justificamos todo.
Incluso cuando desde fuera nos avisan y nos dicen que tengamos cuidado, que abramos los ojos seguimos buscando excusas para proteger al otro. Uno es libre de elegir el tipo de relación que mantiene con los demás. Pero sería bueno conocer cuáles son esas señales fruto de la manipulación para poder decidir si la relación es sana o es abusiva. Reconocerla como dañina no supone tener que romperla en todos los casos. A veces basta con establecer unos límites que nunca has puesto y decirle al otro qué esperas de él o ella y de la relación.
Así que abre los ojos y decide:
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Te piden que hagas cosas en contra de tus deseos. Te piden que los acompañes a una cena que no te apetece, que participes en aficiones que a ti no te gustan, que salgas de compras cuando no lo deseas. A sabiendas de que no te gusta, te ponen en un compromiso.
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Utilizan el chantaje emocional. “Anda, es que me da pereza ir solo”, “¿Vas a salir a correr? ¿Es que no quieres estar conmigo? Últimamente no me dedicas nada de tiempo”. Con este tipo de comentarios buscan que te sientas mal, que dudes de ti y pienses que estás siendo egoísta o desconsiderado, de tal manera que decidas abandonar y dedicarles el tiempo que te exigen.
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Provocan que desconfíes de ti y que te sientas inseguro. “Te estás equivocando, tomar esa decisión es un error”. Cuando tratas de tomar decisiones que van en contra de las decisiones que tomarían otros, las personas manipuladoras buscan desacreditarte, meterte miedo, que desconfíes de la decisión que estás tomando y que no quieras responsabilizarte de tu fracaso. Cuando las personas nos sentimos inseguras, solemos no tomar decisiones. Y así los manipuladores ganan.
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Aprovechan su talento verbal. Tienen una capacidad comunicativa por encima de lo normal. Siempre tienen un argumento mejor que el tuyo para convencerte de que su postura es la correcta. Pero incluso teniendo mejores argumentos o teniendo la razón, no tienes por qué ceder. A veces necesitas experimentar por ti mismo, incluso cuando eso te lleve a cometer un error. Si tus padres insisten e insisten en que lo que vas a estudiar no tiene salidas, que te morirás de hambre, que dónde vas a ir haciendo bellas artes, puede que tengan razón, puede que sea una salida profesional con menos oportunidad de empleo. Pero tú puedes ser un apasionado y ser brillante en lo tuyo, y querer tener la oportunidad de vivir tu pasión. Nadie puede hacerte cambiar de opinión si estás convencido de lo que deseas.
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Pueden ser cariñosos, excesivamente atentos, todo, buscando tu debilidad. Nos cuesta decir que no cuando alguien se pierde en elogios, cuando nos reconocen algún logro o virtud, y aprovechan la situación para pedirnos algo a cambio. Se llama elogio manipulativo y es típico de hijos a padres, de padres a hijos y en la pareja.
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En el nombre del amor. “Si me quisieras de verdad no cogerías ese puesto de trabajo”. Esto ya lo dice todo. Condicionan el amor y el querer a las decisiones que tomas.
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Te aíslan. La persona que desea algo de ti, pero que en principio no lo consigue, puede decidir estar de morros, no hablarte y hacerte el vacío. Con ello trata de mostrarte su enfado y castigarte por no haber accedido a sus deseos. Muchas personas que no soportan los conflictos terminan en estos casos cediendo, porque es la única manera de evitar el enfado del otro. Pero cada vez que realizas este tipo de concesiones, refuerzas la conducta manipuladora de la otra persona. Establece qué tipo de cosas o decisiones son innegociables, y por mucho enfado que tenga la otra persona, no cedas.
La manipulación te hace sentir indefenso, pequeño, sientes que te ningunean y no te tienen en cuenta. Ponerle freno es cosa tuya más que del otro.