Se calcula que, por cada década que pasa, la esperanza de vida aumenta en 3 años, por lo que en las próximas cabe esperar que las mujeres tengan una esperanza de vida de 92 años y los hombres de 86. A este ritmo, nuestra archiconocida «tercera edad» caerá en desuso para ser sustituida por un nuevo término: «viejoven».
Para entender cómo será el envejecimiento en las próximas décadas y qué debemos esperar de nuestros mayores en esta nueva «cuarta edad», hagamos una parada en nuestro Viaje al futuro hasta el año 2030 para leer y escuchar las magníficas reflexiones de la doctora en bioquímica y biología molecular María Blasco, el economista y profesor universitario Gay de Liébana, y el escritor y periodista Boris Izaguirre.
Objetivo: superar el límite biológico de los humanos
Los ancianos del futuro, bajo el punto de vista de María Blasco, serán una generación formada y con vidas profesionales intensas, con interés por la cultura y por la vida sana, por lo que serán más exigentes y querrán acceder a una oferta mucho más sofisticada.
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En cuanto al alargamiento de la esperanza de vida, Blasco explica que, desde el punto de vista científico, “lo que estamos haciendo con animales de experimentación es superar sus límites biológicos en un 40 % y 50 %, por lo que si lo aplicásemos en humanos se superaría el límite biológico de los 120 años”.
Los viejóvenes trabajarán más allá de la jubilación
Está claro que el envejecimiento de la población también tiene repercusión sobre la economía y el trabajo. Para entender cuáles serán las consecuencias en estos campos, Gay de Liébana nos ofrece su visión.
Desde su punto de vista, si vivimos hasta los 140 años, deberán ponerse en debate tanto la edad de jubilación como los ritmos de vida. “Tendríamos que pensar en lo que significaría que los mayores pueden aportar mucho, y esto sobre todo habría que aprovecharlo a nivel de funcionamiento económico”.
Los robots serán nuestros amigos del futuro
Hemos hablado de los límites de la edad biológica y de sus efectos en el campo de la economía y del trabajo, pero también debemos tener en cuenta una parte fundamental en nuestras vidas: el ocio.
Boris Izaguirre nos explica que este no ha dejado de evolucionar desde la antigüedad. “El mundo de la pintura rupestre formaba parte de un ocio en el que se reunían esas civilizaciones entorno a las paredes de las grutas y dibujaban como parte de una estructura de ocio comunitario”. Fijando la mirada en el porvenir, Izaguirre considera que en el futuro es muy probable que tengamos un robot como amigo, como parte esencial de nuestro tiempo libre.
Todas sus reflexiones las puedes encontrar en el segundo capítulo del podcast “Viajando al futuro”, impulsado por VidaCaixa. ¡Escúchalo ya en Spotify, Apple Podcasts, iVoox y Google Podcasts!